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Colegio Claret Madrid: “Queremos seguir siendo un punto de estabilidad para nuestros alumnos”

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Llevan días con los pasillos en silencio, sin brazos transportando en carpetas apuntes con tachones, sin atravesarse el gran patio de las pistas de baloncesto y fútbol cuando llaman el recreo, pero en estos días de estado de alerta el colegio Claret de Madrid no ha cerrado. El equipo directivo, encabezado por José Ignacio Jiménez, director del centro, rema en una misma dirección con todos los profesores, ayudando a los alumnos a seguir aprendiendo. “Esa es la pregunta que nos hicimos cuando la administración ordenó el cese de las clases -explica Jiménez-; cómo seguir ayudando a nuestras familias”.
El punto de seguridad que a los alumnos da saber que su colegio continúa como siempre por ellos es el mayor bien social que este centro que roza las dos mil matriculaciones puede ofrecer. “Representar estabilidad en medio de la inquietud, comprendiendo y personalizando cada situación: este es el mensaje que queremos enviar”, afirma Jiménez. Ahora bien, el esfuerzo que conlleva tal empresa solo resulta posible gracias a la vocación y a la pasión que tienen y demuestran los claustros de las diferentes etapas de educación. Los profesores, que atraviesan las mismas dificultades que cualquier hogar, están ahí, al otro lado del ordenador, en su saludo audiovisual de todas las mañanas, en sus desvelos y en su profesionalidad. Empeñados en hacerlo todo más fácil.


Esta manera de enfrentarse al trabajo está provocando que” la respuesta de las familias sea excelente”, continúa Jiménez. “Recibir el aliento de los padres, orgullosos de los progresos de sus hijos, nos dice que vamos en la buena dirección”. Y es que de la vivencia que estos días cuentan los alumnos se puede extraer muchas lecturas positivas. En este punto, el director del Claret subraya sobre todo “la responsabilidad que ha ido creciendo en cada uno de ellos, y que se expresa en la autonomía con la que se desenvuelven en esta situación”. Pero no solo eso, también se han abierto definitivamente las puertas a nuevos procesos de evaluación y a asumir la inmersión tecnológica de todo el centro. “Después de esto, el aterrizaje tecnológico ya no tiene vuelta atrás”, sentencia. Algo que por otra parte, ya estaba en las agendas y en los planes estratégicos de todos los equipos directivos desde hace años. “Gracias a ello la reestructuración nos ha resultado más sencilla”.


Sin perder la esperanza

Formar parte del proyecto educativo del Claret significa también prestar servicio al cuidado integral de la persona y de los demás. Por ellos se han habilitado varias plataformas digitales desde las que se ofrecen materiales y propuestas para pasar mejor estos días, como por ejemplo la que han ideado los monitores de postcomunión del colegio, o la bitácora que recientemente han echado a andar los miembros del equipo de pastoral, y que lleva por título ‘El Claret y la Esperanza’

Además, la impresora 3D del colegio no deja de funcionar fabricando mascarillas y viseras de protección, poniéndolas a disposición gratuita de quien las necesite. Del mismo modo, las tejedoras solidarias vinculadas al colegio desde hace varios cursos ya, hacen lo propio, pero de tela. Su función es proteger las mascarillas homologadas para prolongar su uso ante la falta de recambios.  






 

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