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Haití, un pueblo luchador que apuesta por su futuro

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A lo largo de doscientos años Haití pasó de ser la primera ‘república negra’ independiente tras la colonización y el primer territorio de América que encabezó un movimiento revolucionario para abolir la esclavitud, a reconocerse como el país más pobre de su continente. “Nunca nadie podría haber pensado en que un día pudiéramos vernos en esta situación”, lamentaba el P. Jean Édouard Israël, misionero claretiano al frente de los proyectos de acción humanitaria desde la oenegé Promicla Dominicana en el último programa de ‘Viaje en Globo’, emitido el pasado jueves por la tarde. El religioso, acompañado de Marie Sherline Guerrier y Katherin Yaritza Pérez Delgado, técnicas de proyectos que trabajan muy pegadas a la realidad del país, explicaron desde la frontera con República Dominicana la crisis profunda tanto política, como social y de seguridad que atraviesa Haití.

“Tan solo diez familias tienen más del 85% de la riqueza del país”, constataron al inicio de la entrevista. “A ello hay que sumarle la inestabilidad política y la mala gerencia que tenemos por parte de nuestros dirigentes”, explicaba Marie, dando continuidad a la afirmación del misionero. “La mala administración política nos hace atravesar un infierno”, coincidía Katherin Yaritza.

En medio de la sociedad caótica que está viviendo el país, “los jóvenes buscan su futuro fuera”, admitió el P. Édouard. “Es difícil crecer y encontrar tu lugar en medio de tanta violencia y pandillas armadas, así que muchos jóvenes se sienten obligados a salir de Haití”, constataron los entrevistados, haciendo una breve mención al expresidente Michel Joseph Martelly y lo que él llegara a denominar como ‘bandido legal’, “un término que hizo saltar por los aires la ya de por sí frágil situación de nuestros ciudadanos, puesto que parecía abocar sus sueños a una alternativa cimentada en violencia y grupos pandilleros”.

Y es que “dentro de Haití, la impunidad para quien comete delitos es total. La vida de los pobres no es igual que la de otros, de esferas más ricas. De hecho, que muera un pobre en Haití no importa”, señalaba Katherin Yaritza. “Y no hay justicia que persiga crímenes tan graves como el asesinato. Menos aún si quien mata es alguien que tiene cierto poder”.

Pese a todo, surge una palabra, “resiliencia”, que puede ser un término usado excesivamente, y que ha eximido a quien ostente cargos políticos de Haití de su responsabilidad por la pobreza y el mal gobierno del país. Sin embargo, los ciudadanos demuestran una asombrosa capacidad para resistir la adversidad y unirse para mejorar sus vidas. “En general, el haitiano quiere ver un Haití distinto”, recalcó el religioso. Y para recomenzar la construcción de una nueva sociedad “debemos afrontar la corrupción que recorre nuestro país”. Para ellos, “reconstruir Haití es andar en la verdad”, explicaron parafraseando a santa Teresa. “Hay que poner sobre el tapete todos los temas que nos han arrinconado”. “No podremos salir adelante yendo de la mano de políticos que han demostrado una y otra vez que su único interés es su propio bolsillo”, lamentaron.

En todo caso, “El haitiano sí que tiene confianza en la propia sociedad civil, aunque necesita organizarse”. “Muchas instituciones de inspiración cristiana nos ayudan en este sentido”, comentaban refiriéndose explícitamente a Fundación Proclade de esta provincia. Francisco Carril, director de nuestra fundación, presente en el programa y conocedor de la realidad que se vive en la isla, cerró despejando cualquier duda: “Nosotros, desde España, solo somos un eslabón en la cadena de solidaridad, aquella que estáis construyendo vosotros, apostando por vuestro futuro”.

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