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Luis Alberto Gonzalo Díez: “Misión compartida es sinodalidad”

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La Conferencia Española de Religiosos (CONFER) organizó el pasado sábado día 10 una jornada de formación sobre la misión compartida en el actual contexto de sinodalidad. “Y es que misión compartida es sinodalidad”, explicó al inicio de la mañana el claretiano Luis Alberto Gonzalo Díez, director de la revista Vida Religiosa y facilitador del encuentro junto al seglar calasancio José Beltrán. “Hablar de misión compartida es hablar del ejercicio normal de la vida pastoral entendida como comunión”, abundó el misionero.

Así, profundizando en la llamada a caminar juntos en una sociedad diversa y secularizada, el experto y religioso continuó recalcando desde las primeras palabras de su conferencia que “la misión compartida necesita discernimiento”, pues el mayor peligro de esta complementariedad vocacional “no es el contraste ni la discusión teológica, son las ocurrencias”. “La deriva estéril a la que nos puede abocar que cualquier ocurrencia debe ser tenida como valiosa”, abundó.

También, junto al discernimiento, el claretiano enumeró los otros dos pilares sobre los que se vertebra la misión compartida, que son, a su juicio, “la formación y la obediencia a la misión”. Pues para Luis A. Gonzalo Díez, “misión compartida es una forma de ser y pertenecer a la Iglesia, una configuración alcanzada, siempre después de un proceso de discernimiento, de formación y obediencia a la misión”, definió.

“La misión compartida no se puede improvisar, no funciona por impulsos o a golpe de titular”, proseguía el claretiano. “Ha de partir de la búsqueda de aquello que sea verdaderamente importante. De un discernimiento que ha de hacerse sobre el interés y la búsqueda común”, y que, según el experto, desembocará en “un hallazgo que nos llevará a un diálogo profundo en el que oiremos no solo lo que cada persona dice, sino desde dónde lo dice y la emoción que pone en lo que dice”. Así, “llegaremos a decisiones inéditas y nuevas”.

Siguiendo con la definición dada al inició, el P. Díez quiso continuar hablando de la formación, que ha de ser “en clave sinodal, en clave inter-vocacional”, “Es por tanto una formación que al ser recibida y celebrada clarifica y entiende nuestro particular sitio vocacional, que nos necesita diferentes”. Por otro lado, “la formación también clarificará la diferente raíz de la llamada”, pues “ni todos igual, ni todos para lo mismo”.

Finalmente, “la obediencia a la misión”, pues “está comprobado que la gran dificultad para la misión compartida es la desubicación vocacional”. Es decir, un “vacío vital” que “puede hacerse presente en consagrados que han perdido su sitio en el diálogo con el laicado, o en laicos que no han discernido su vocación y piensan, actúan y opinan como consagrados de nuevo cuño”.

Antes de dar su turno por concluido, y dar paso a la intervención del director de la revista ‘Vida Nueva’, José Beltrán, el misionero enunció unos puntos necesarios para compartir vida y misión en sinodalidad. Para ello, comenzó subrayando el trabajo en clave carismático, “de manera que consigamos entender qué son los carismas (dones del Espíritu) y diferenciarlo de los roles (papeles temporales)”. Seguidamente, pidió  una relectura de la misión desde los últimos, “que son también los que hoy no están o los que se han ido decepcionados”, y sobre todo, “capacidad para soñar tiempos y espacios nuevos”.

 

 

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