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Camino de Santiago, en ruta hacia la Meta
En este verano 2015, un buen grupo de jóvenes, APJ y CMFF procedentes de diversas posiciones pastorales claretianas volvimos a nuestra cita anual que nos lleva a peregrinar a Santiago de Compostela, la casa de ese testigo de la primera hora en quien renovar nuestra fe, nuestro camino con la Iglesia, nuestro encuentro con el Dios de la vida.
Este año el grupo fue más numeroso: siguiendo la costumbre que se viene realizando desde hace más de 15 años, el Camino de este año fue “interprovincial”, con una organización y participación conjunta de Bética, Portugal y Santiago. En total, cerca de 140 personas entre participantes, intendencia y acompañantes. Todo un reto organizativo. El objetivo: hacer el Camino de Santiago a la vez que íbamos avanzando en un “camino interior compartido”, a través de las oraciones, tiempos de silencio, encuentros de grupo y eucaristías.
Tras un día de viaje desde los lugares de origen, tuvimos un encuentro inicial en Lanheses (Portugal) en el que nos presentamos, centramos la experiencia, hicimos la etapa 0 de cuatro kilómetros (incluyendo el cruce del río Lima) y celebramos la eucaristía incial.
A partir de ahí, recorrimos 9 etapas hasta llegar a Santiago. Las primeras, más duras, hasta que el cuerpo se fue haciendo al camino. En cada una, la primera hora en silencio, reflexionando sobre el texto del evangelio leído en la oración de la mañana; media hora de compartir por parejas; y, tras llegar, ducharnos, comer y descansar, un tiempo de reflexión y de grupo, para terminar con la eucaristía. Agradecemos la acogida de todos los lugares, especialmente de nuestra parroquia del Corazón de María de Vigo.
Y tras 9 días, la emocionante llegada a Santiago. Una parábola del camino de la vida, que se hace también paso a paso, para el que hay pistas que acercan a la Meta y rutas que alejan de lo verdadero, que implica gracia y esfuerzo, que se hace con otros… Con muchos otros celebramos también la misa del peregrino, en la cual pudimos animar los cantos.
Y tras una tarde de transición en una playa gallega, un día y medio en Baltar, para recoger la experiencia y otear el futuro personal y vocacional que se puede abrir para cada uno, personal y comunitariamente.
Un año más, damos gracias a Dios por haber podido terminar este Camino de Santiago, acompasado con ese “camino interior compartido”, que nos quiere devolver al camino de la vida, más orientados hacia la Meta del Dios que nos espera y nos va dando ya pistas para lograr nuestra vida en cada paso.