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Recordar a los hermanos fallecidos, expresión de gratitud y de justicia
Aunque nuestra cultura asocia más el último día del año a otro tipo de celebraciones, son muchos los cristianos que reservan algún rato del 31 de diciembre para orar agradeciendo al Señor el año que termina y pidiendo su bendición para el año que se inicia.
La Provincia Claretiana de Santiago se ha propuesto hacerlo este año con más formalidad que otras veces. En estos meses tan duros, en el que el dolor asociado al covid-19 ha entristecido a tantas familias del mundo entero, los Misioneros Hijos del Corazón de María recordarán con un afecto especial a los dieciocho hermanos de provincia que han pasado en estos meses a la Casa del Padre.
Sólo cuatro de ellos han fallecido con dolencias vinculadas al covid, que en varios momentos ha alterado la vida de diversas personas y comunidades tanto en España como en las misiones sitas en San Petersburgo-Murmansk, París y Zürich. Pero en 2020 el número de defunciones supera al de años anteriores.
El número importa, como en tantos casos. Pero el valor singular está en el rostro, en la persona, en la biografía. Todavía hoy, 30 de diciembre, la Provincia despide impactada al misionero Asterio Niño Picado, que seguía entregándose a sus obligaciones con una apariencia llamativa de salud y vitalidad. La peculiaridad de las fechas no ha impedido que hayan sido muchas las comunidades religiosas y los laicos que han trasladado su pésame a los claretianos, expresando su gratitud al P. Niño, que desplegó su ministerio, sabiduría y servicialidad en muy diversos servicios eclesiales.
La lista de defunciones se abría el 13 de febrero en León, con la muerte del P. Luis Graña, misionero en dos continentes, y a ella se han ido uniendo misioneros hermanos y misioneros presbíteros, nueve de ellos nonagenarios. Nombres y biografías a las que se une mucha gratitud: Celedonio Gurbindo, Mariano Molina, Joaquín Cano, Julio Vivas, Manuel Rodríguez, Gregorio Riaño, José Vico, Antonio Alcalde, José María Ciller, Salvador Pérez Segrelles, Pedro Casaldáliga, Felipe Bravo, Jesús Aspa, David Herrera, Honorato Sanz, José Miguel Celma.
Algunos nombres han quedado unidos para siempre a algunas iglesias locales (José María Ciller a Valencia; Antonio Alcalde a Vallecas; David Herrera a San Vicente de la Barquera; José Miguel Celma a Indonesia…). Otros se han hecho universales, como el del P. Pedro Casaldáliga, prelado emérito de Sâo Félix do Araguia. De algunos se encuentran libros en las bibliotecas; de otros se recuerda la calidad de su docencia, el calor de su corazón, la intensidad de su escucha o su servicialidad.
No pocos, hermanos y presbíteros, han tenido una profunda vida interior, discreta, nada amiga de alharacas y megáfonos, de la que muchos cristianos (también sus hermanos de congregación) están bien orgullosos.
La provincia de Santiago ha sido desde su nacimiento en 2007 la más numerosa de la Congregación Claretiana. También la que más defunciones aporta cada año al listado de misioneros difuntos. Pero los claretianos de Santiago nunca se han sentido solos; con mucha frecuencia las expresiones de pésame llegan de los cinco continentes. Como un símbolo del espíritu fraterno que une a toda la congregación, la comunidad de la curia general recuerda a cada misionero que va pasando a la Casa del Padre, memoria que las comunidades claretianas del mundo suelen realizar una vez al día en contexto de oración.
2020 quedará atrás. Pero difícilmente quedarán en el olvido estos hermanos, que se unen a los más de cuatro mil trescientos misioneros que, desde 1849, han intentado vivir su entrega a Jesucristo al estilo de san Antonio María Claret.
A él, y a los beatos mártires claretianos, encomendarán de nuevo mañana los Misioneros a sus hermanos difuntos, abriendo su oración (llena de gratitud) a los muchos familiares, amigos y bienhechores que han partido en 2020 a la Casa del Padre y a tantas personas que en estos meses han perdido la vida.
Un día da para mucho. El 31 de diciembre también. Demos juntos gracias a Dios por tanta gente de bien que ha caminado con nosotros.
[© de la imagen de portada: Proyecto Getsemaní]