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Fallece Ksenia Vyshpolskaya, hermosa pintora de los mártires claretianos

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Agosto trajo la triste noticia de la inesperada muerte de la pintora rusa Ksenia Vyshpolskaya, que -en sus propias palabras- dedicó el último año y medio de su vida a “honrar la memoria de los mártires claretianos pintando sus retratos”. Pocos días antes de su muerte, Ksenia mandó a la comunidad de San Petersburgo fotos de sus últimos trabajos, que tenía previsto enviar a España, donde ya se custodian casi una treintena de sus obras.

Nacida en 1957, Ksenia y su familia vivieron durante décadas con profunda tristeza que su nación, Rusia, se hubiera declarado oficialmente atea. Impactada desde niña por la experiencia de los mártires españoles del siglo XX, la película ‘Un Dios Prohibido’ y el conocimiento de la experiencia y testimonio de los Beatos Claretianos de Barbastro “conmovieron profundamente” su corazón.

Tras pintar durante meses los retratos de trece mártires polacos, lituanos y rusos, saber en 2017 de la beatificación de 109 nuevos mártires claretianos la llenó “de una alegría indescriptible” y se sintió llamada a dedicar sus talentos a dar a conocer su experiencia. Como ella misma relataba hace cuatro o cinco meses:

“Cuanto más trabajo en las imágenes de esos luchadores de la fe, más siento la necesidad de hacerlo. Cuando comienzo un retrato es como si el alma de cada uno de ellos se despertara y, literalmente, se apareciera ante mí con alegría y me ayudara en el trabajo. Y me convenzo cada vez más de que la muerte no existe. Cada nuevo retrato se convierte en una nueva conversación con el Ser, en una nueva experiencia de comunicación con la parte sobrenatural del mundo. Continuamente siento su apoyo invisible pero real. Puedo dormir una hora u hora y media en todo el día y no me canso. El Padre Celestial me da esta energía. He comenzado a orar con más alegría, a superar con mayor facilidad las dificultades de la vida cotidiana, a luchar con más agilidad con mis complejos y pecados”.

Ksenia sentía que su servicio a la fe a través del arte tenía hoy un valor especial, como pequeño ladrillo que se sumaba a la consecución de la unidad entre las Iglesias, y hablaba de los “nuevos mártires, tanto católicos como ortodoxos, como único coro que unido alaba al Creador”. Ksenia consideraba dirigidas a sí misma las interpelaciones a los cristianos acomodados y se confesaba necesitada de sacudidas e inyecciones de valor.

Como el Papa Francisco ha escrito en Evangelii gaudium, “quizá el Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo donde nosotros nunca iremos” (n. 279). Querida Ksenia: gracias por tu afecto a nuestra congregación y provincia. Será difícil que olvidemos tu nombre, talento y generosidad. No dudes de que los Mártires que tan bien pintaste sonriendo te miran también, ya para siempre, con agradecida sonrisa. Quienes hemos disfrutado de tu talento trataremos de estar a la altura de tu testimonio.

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