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Entretejiendo palabras: 12 acercamientos a la vida de Claret

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Este pasado domingo quiso el papa Francisco recordar, al finalizar el rezo del Ángelus en la Plaza San Pedro, la Jornada Mundial de las Misiones de este año que lleva por lema ‘Aquí estoy, envíame’. “Cada cristiano está llamado a ser un tejedor de fraternidad”, completó el Santo Padre.

Dios actúa y habita en nuestra cotidianeidad, en nuestras relaciones personales. Y no solo con las personas que nos importan, sino con todos aquellos que nos encontramos en nuestro camino, en particular con los que más están pagando las consecuencias negativas de la tempestad que es esta pandemia. Tejer relaciones de fraternidad es también una llamada a estar alerta. “Es bella esta palabra: tejedores”, meditaba Bergoglio en voz alta. No todos respondemos como los misioneros que están en las llamadas ‘tierras de misión’. Pero sí que estamos llamados a participar del mismo espíritu misionero, para así cultivar y dejarse persuadir por ese amor que salva distancias, haciendo por fin que quienes están lejos se vean cercanos, próximos, hasta compartir sus vidas. La voz del papa invitando a la fraternidad también se ha dejado oír en su encíclica Fratelli Tutti. Los misioneros en particular y el espíritu misionero en general, no son sino vías por las que corre este hilo con el que se cose la fraternidad universal.

Los laicos y misioneros que siguen las huellas del fundador de esta Congregación son invitados esta semana a volver la mirada al taller donde creció Claret. A los doce años, su padre le pone a trabajar en el telar familiar y posteriormente le envía a Barcelona para perfeccionarse en el arte textil. Más tarde, al poco de haber cumplido los veinte, el encuentro profundo con la Palabra de Dios y la apertura de su horizonte vital le sacó de aquel mundo; pero, pasado el tiempo, comprendió que su vida misma era como un telar donde se tejía con un cordel distinto, el del Evangelio; con una fuerza motriz diferente, la que nace del amor de Cristo; y con unos fines diversos, los que promueven la salvación de todas las personas. Claret puso su vida y sus talentos naturales al servicio de la misión. Ahí estaba él, dispuesto a ser enviado.

Conservamos algunas telas tejidas por él, pero sobre todo le recordamos como el misionero que teje la vida de Dios en el corazón de los hombres, de mil maneras y con todos los medios posibles. Es por ello que, haciendo memoria de su legado, el Equipo de Pastoral de la Provincia de Santiago (EPAP) nos hace llegar Entretejiendo palabras, una colección de doce imágenes que señalan algún rasgo de la vida de Claret. ‘Fuego’, ‘tejido’, ‘palabra’, ‘latido’… Ideas que hilvanan distintas etapas de su vida con la nuestra, animándonos a celebrar este próximo 24 de octubre.

El diseñador de estas obras, el misionero Jorge Ruiz Aragoneses, nos hace llegar el sentido que su mirada ha querido otorgar a esta exposición, que ya puede disfrutarse en los colegios mayores Alcalá y Jaime del Amo, y a lo largo de la semana será presentada.

JORGE RUIZ ARAGONESES | En la exposición se combinan tres elementos importantes: En primer lugar, la referencia a lo cotidiano, a lo de “casa”, a lo pequeño. Todas las imágenes formarían parte del día a día de Claret, como forman parte de la nuestra. Se quiere resaltar que la santidad, como bien apuntaba el Papa Francisco, está en la puerta de al lado. Ser santo es una meta, pero tiene un camino. Y ese camino comienza en lo concreto de cada instante que vivimos. Así lo entendió Claret y así queremos tenerlo presente nosotros.

En segundo lugar, la referencia a la palabra. En este caso, a las palabras en minúscula, que no dejan de ser acercamientos a la Palabra con mayúscula. La vida de Antonio María Claret está totalmente volcada en la Palabra de Dios, tanto que sus hijos somos sus “servidores”. En las pequeñas palabras de su vida se pueden intuir los rasgos que hicieron de él un hombre de Dios, un misionero auténtico.

En tercer lugar, entretejiendo palabras quiere ser un telar discreto que hile vida, palabras, vocación. Si Claret creció entre telas e hilos, su madurez consistió en ir tejiendo hilos diversos que, sin lugar a dudas, siguen teniendo algo que decirnos.

Y por último, una invitación a estar atentos. Nos lo recuerda el Papa en Gaudete et exsultate: «ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible». Claret lo reconoció en medio de su “normalidad”. Ojalá que también hoy, nosotros y tantos otros, identifiquemos cómo Dios nos sueña. Sólo así haremos de nuestra vida una parábola del Reino. Como Claret.

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