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La memoria de los mártires llega a cien mil personas que han visitado nuestro Museo en Barbastro

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Lo que hemos visto y oído en más de 150 años de presencia claretiana en Barbastro ha llegado a miles de personas de todas las edades. El ímpetu misionero de aquellos claretianos que construyeron y dedicaron a finales del siglo XIX la primera Iglesia en España al Corazón de María culminará años más tarde con nuestro seminario dispuesto a entregar su vida por la fe en el verano de 1936, año en que 51 claretianos, la mayoría jóvenes, se agruparon mansamente, sin protesta alguna, en el patio del caserón, increpados por un grupo de anarquistas exaltados. En la calle habían escuchado demasiadas veces que “de los curas no iba a quedar ni la simiente”. El P. Viñas, seminarista en esos años, aseguraba en 2005 que “los claretianos del 36 teníamos el martirio a la vista. Era una posibilidad real”.

Entre los años 1938 y 1940 fueron recuperados los cincuenta y un cuerpos sin vida. Llevaban sotana y fajín, además de ropa marcada con un número. En 1992, en vísperas de su beatificación, tres médicos forenses examinaron sus restos científicamente y los colocaron en veinticuatro urnas que se llevaron a la cripta del Museo de los Mártires donde yacen actualmente. Fueron beatificados el 25 de octubre de 1992. Al final del acto, el Papa dijo, emocionado: “Por primera vez en la historia de la Iglesia, todo un seminario mártir”. En ese mismo año, se abrió al público el Museo y la comunidad claretiana pasó a residir en el mismo edificio.

Este año se cumplirán treinta años de la inauguración del Museo de los Mártires claretianos de Barbastro y por sus estancias han pasado más de 100.000 visitantes procedentes de muchos países del mundo. Probablemente hubieran alcanzado esa cifra antes si no hubieran tenido que acusar la bajada ocasionada por la crisis del coronavirus y sus consiguientes restricciones. De hecho, el P. José Beruete, director del Museo, ha declarado recientemente en medios locales que “aún nos falta para llegar a los niveles previos de visitas de antes de la pandemia, pues la situación actual hace difícil la asistencia de los grandes grupos de cincuenta personas o más, procedentes de colegios y de parroquias”.

Barbastro, lugar de acogida y encuentro

El Museo contribuye a la promoción de la ciudad pues figura entre las rutas turísticas que incluye también el Museo Diocesano de Barbastro-Monzón. Éste último cuenta desde el pasado mes de diciembre con la incorporación de 66 obras de arte religioso de 44 parroquias diocesanas, que estuvieron en depósito en el Museo de Lérida. Pero la peculiaridad del Museo Claretiano reside también en su condición de centro de espiritualidad. Con ese fin se habilitaron casi veinte habitaciones preparadas para la acogida de peregrinos a los que la comunidad claretiana recibe con hospitalidad y afecto. La visita pausada al Museo de los Mártires claretianos y a la diócesis entera, bien merece la pena. El que de allí vuelve hace suyas las palabras que hace años pronunciara el Card. Aquilino Bocos: “Barbastro pasará a la historia como lugar donde se escribió una de las actas más bellas del martirologio de la Iglesia. Su nombre será paseado por los cinco continentes como atalaya del espíritu, yunque de fidelidad y emblema de reciedumbre. La glorificación de sus mártires hace que no sea ya recordada como ‘altar de sacrificio’ sino como ‘cátedra’ elocuente que enseña a morir de pie –entre el canto y el perdón– a los testigos del Evangelio”.

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