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Emoción y responsabilidad: Graduaciones de Bachillerato en nuestros centros claretianos

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No pocos llegaron al colegio con tres años y ahora salen de él con dieciocho preparados para alzar el vuelo, responsables de sí mismos y del mundo que les rodea, dispuestos a profundizar en sus sueños y en su vocación profesional. Entre medias han dado muchos pasos que, aunque a veces hayan tenido que ser rectificados, la mayoría se han trazado en línea recta. Hoy sus profesores están orgullosos. “Sin duda, hay que reconocer el esfuerzo que han hecho ellos”, expresa Juan José Raya, director del Colegio Claret de Segovia.

Los estudiantes se han pasado el año asistiendo a clase con la mascarilla puesta como una prenda adicional habitual, con las ventanas abiertas y dispensadores de gel por doquier, y además venían de un 2020 que obligó a recluirse en casa. Hay un viejo axioma que dice que quien pudo con lo más duro, podrá con lo menos, pero como recuerda Simón Cortina, misionero al frente del colegio Corazón de María de Gijón, “de seis trimestres entre los dos cursos de Bachillerato, cuatro han sido no normales para ellos”. Tampoco lo han sido para los profesores, y en este sentido la directora del colegio Corazón de María de Zamora, Dña. Pilar Iglesias, apostilla que “una de las palabras que más han sonado es agotamiento por un curso excepcional”. Le secunda José Ignacio Jiménez, director del Claret de Madrid, que quiere añadir un factor, a su juicio, igualmente importante: “el del sentimiento de satisfacción por haber sacado el curso adelante en un año tan intenso”.

“Comenzamos el año con el miedo al virus, -abunda Iglesias- unido al temor de un escenario que no sucedió, el de clases interrumpidas por posibles confinamientos”. Todos los centros de nuestra provincia trabajaron intensamente en la planificación del curso, pensando en las posibles diferentes situaciones que podrían haberse dado, poniendo obras en marcha, habilitando espacios y confeccionando el plan de grupos burbuja. “Finalmente, el ritmo de las clases ha sido normal; y en nuestro centro, hemos podido llevarlas a cabo de manera presencial”, subraya Iglesias satisfecha. “Nuestras clases tampoco se vieron interrumpidas en Segovia”, añade Raya. Por su parte, Cortina también coincide con ellos: “la clave ha estado en la corresponsabilidad”. “Nuestro objetivo fue el mismo desde la llegada del coronavirus -incide Jiménez-. Mantenerse como punto estable en la vida de los alumnos aún cuando todo parecía tambalearse”. “Pusimos especial empeño en los cursos que sabíamos más difíciles, ya sea por el nivel de exigencia o por la edad de los alumnos, y en este sentido, los cursos de Bachillerato son clave, pues la EBAU es un momento importante en la vida de nuestros jóvenes”, redunda el director del Claret de Madrid.

Ha sido un año difícil, distinto a otros, pero nuestros centros no han perdido la identidad. “Hemos dejado claro que no somos una academia; no somos solamente un lugar donde adquirir conocimientos, nosotros vamos más allá”, completa Juan José Raya. El claretiano se refiere a las actividades complementarias que acompañan el crecimiento de cada alumno en el desarrollo integral de su persona. “Todo ha tenido que ser adaptado”, explica. “Algunas actividades no se han podido hacer por las restricciones”, puntualiza Simón Cortina. “Ha habido que ser creativos, pues hemos tenido que renunciar a salidas pedagógicas, por ejemplo; o, en nuestro caso, buena parte de lo relativo al trabajo del desarrollo de la dimensión europea”, continúa el claretiano. “Las convivencias, con lo que tienen de importante en el desarrollo de la inteligencia espiritual, han tenido que ser ofrecidas desde las propias aulas”, puntualiza Jiménez. Pero sí ha habido un aspecto que se ha cuidado especialmente, y este ha sido el acompañamiento socioemocional del alumno, labor llevada a cabo desde un verdadero trabajo en red. “El equipo de orientación lideraba, pero los tutores se han dejado la piel por lo chicos”, detalla Cortina. “Para nadie ha sido fácil esta situación, pero la irrupción del virus ha tenido unas consecuencias muy acusadas en el mundo de los adolescentes”, explica Jiménez. “Los hemos acompañado en todo lo que hemos podido”.

Pilar Iglesias, desde Zamora, añade que “la comprensión de las familias no ha podido ser mejor”. “Nos han visto trabajar, han visto que lo que nos mueve es el bienestar de los chicos”. Cortina apostilla que incluso “hemos puesto en marcha talleres para las familias, para darles claves, para acompañar a los hijos en esta situación. Los propios padres lo demandaron. Ellos querían saber cómo actuar, o al menos tener alguna pista”. “Las sinergias de las familias y colegio se han visto reforzadas de esta forma”.

Estos días están siendo importantes: EBAU y graduaciones. “La graduación ya la tuvimos nosotros hace algunas semanas, al finalizar el año académico”, inicia Iglesias. “Fue un acto muy emotivo, al aire libre y retransmitido por ‘streaming’ para cumplir escrupulosamente con las medidas impuestas por la administración”. En otros centros se tendrán ahora, tras rendir los exámenes de la EBAU, pero el formato será muy parecido: retransmisión por medios telemáticos y asistencia muy reducida. “Nosotros lo haremos todo en la Iglesia, tanto el acto académico como la eucaristía del final de curso”, detalla Cortina. “Ellos están deseándolo, y se sienten en cierto modo unos privilegiados comparándose con la promoción del año pasado, que no pudo celebrar nada”, puntualiza Raya. “No solo ellos se mueren de ganas, ¡nosotros también!”, exclama Jiménez. “Vamos a ello con fuerza, para darles un final feliz dentro de un año complicado”, redunda.

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