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Los claretianos del mundo entero dan la bienvenida al papa León XIV



La Iglesia vive un momento histórico con la elección del nuevo sucesor de Pedro, el papa León XIV, cardenal Robert Prevost, religioso agustino. Su elección ha despertado una profunda alegría en los católicos, que de un modo especial acoge el corazón misionero de nuestra Congregación. La designación de un consagrado como guía de la Iglesia no solo representa un motivo de orgullo para la vida religiosa, sino también una oportunidad para renovar, desde la espiritualidad agustiniana, el camino sinodal y fraterno en estos tiempos desafiantes.
“Con el don de nuestro nuevo Santo Padre ya vislumbramos a un pastor dispuesto a caminar con el Pueblo de Dios por sendas de esperanza, incluso en medio de las incertidumbres de nuestro tiempo”, escribe nuestro superior general, el P. Mathew Vattamattam en una carta enviada a todas las comunidades en la mañana de hoy. “Como claretianos, fieles al legado de nuestro Fundador, […] caminamos en fidelidad al Evangelio y en comunión con el Papa, confiando en que Dios habla también a través de los vasos humildes que Él elige”. Por ello, “recibimos al Papa León XIV con afecto fraterno y apertura misionera”, concluye.
Por otra parte, desde Roma, el que fuera superior general de la Congregación durante doce años, el Card. Aquilino Bocos, comparte su alegría ante la elección del nuevo obispo de Roma. Así, al otro lado del teléfono, el misionero claretiano se muestra “contentísimo por la elección de Robert Prevost, a quien conozco desde hace veinte años, cuando compartíamos muy similares puntos de vista en las cuestiones tratadas en reuniones de la USG”. Desde entonces, sus vidas religiosas confluyeron en otros muchos momentos, trabando entre ambos una sincera amistad mantenida en el tiempo y “que perdura hasta hoy, cuando en las conversaciones previas al cónclave tuvimos la oportunidad de discernir juntos diversos asuntos”. Más aún, “volvimos a saludarnos afectuosamente en la Santa Misa «pro eligendo Romano Pontifice» de anteayer”, completa. Si Bocos tuviera que destacar algo de León XIV es “su capacidad de acogida, un don que le convierte en un religioso verdaderamente especial, y que es fruto de su sensatez, cualidad que todos admiramos en él”, concluye.
Desde la diócesis de Tubusuptu, en el país andino, su obispo titular, Mons. José Javier Travieso Martín, se emociona recordando cómo el religioso que se sentará en la cátedra de San Pedro acompañó a tantos religiosos, laicos y sacerdotes durante sus años en Perú. “¿Qué se puede decir de él? Es un hombre al que siempre hemos visto trabajando, dispuesto al servicio para el bien de todos”, comienza el claretiano. Y al igual que su hermano Aquilino, coincide en definir a León XIV como alguien “que nunca se negará a dejarse encontrar cuando alguien le busca”. “Ahora somos nosotros los que tenemos que acompañarle a él, y lo haremos unidos en la oración por el Santo Padre, nuestro Papa”. Son muchos los recuerdos de tantos años juntos, en la conferencia episcopal peruana y en la comisión de Cultura y Educación, donde formaban equipo. “Cuando fuimos a su ordenación episcopal a Chiclayo, fue él quien nos recibió del viaje y nos acomodó en las habitaciones que ya había preparado, y eso que solo faltaban unas horas para la celebración”.
“En Chiclayo ha estado siempre pendiente de la gente”, destaca el misionero. “Ha apuntalado la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, y cuando los años del COVID, no dejó de moverse para salvar vidas”, rememora.
“Es un servidor del Evangelio”, concluye Travieso. “Un hombre siempre atento para provocar un encuentro con Jesucristo”, añade. “No con una palabra, o con una cosa, con Alguien a quien necesitamos”, finaliza.
Por otro lado, desde Oriente nos llega la aportación de Josep Maria Abella Batlle, obispo claretiano de la diócesis de Fukuoka, en Japón. “Recuerdo nuestra participación en el sínodo sobre la Nueva Evangelización del año 2012. Entonces “formábamos parte del grupo de los diez superiores generales representantes de la USG”. Y en concreto, “antes del sínodo tuvimos varias reuniones para estudiar el ‘Instrumentum Laboris’ y preparar nuestras aportaciones, y a mí me tocó coordinar aquellos trabajos”, comienza relatando. “Aún conservo las aportaciones de todos los superiores generales que participaron en aquel sínodo”, desvela el prelado a renglón seguido, haciendo memoria tanto de las repuestas a las encuestas que hicieron como del resumen de los diálogos entre los religiosos, o del texto de la aportación de cada uno en la asamblea sinodal. Al fin, ayer, “tras el nombramiento del religioso agustino como nuevo Romano Pontífice -prosigue el prelado claretiano- he releído las respuestas del P. Prevost y su aportación en el aula sinodal”, y cita el párrafo con su respuesta a la encuesta, cuando a la pregunta sobre qué nos exige a los religiosos la Nueva Evangelización, el entonces Prior de los agustinos respondía: “Nos llama a renovar nuestra identidad carismática, a la conversión, al testimonio y a recuperar el espíritu misionero y el servicio a los más pobres frente a las deficiencias de nuestra vida: influjo de la secularización, individualismo, instalación y falta de disponibilidad, influjo del consumismo”. Sin duda, una firme aportación a los temas emergentes en la cultura de hoy, y para Abella “una clara opción por los pobres y un fuerte compromiso por el trabajo por la paz y la justicia”. No es de extrañar, por tanto, cómo bajo el nombre de León XIV lo ha vuelto a expresar nuevamente en su primer saludo, “deseando a todos la paz, animando a ser fieles discípulos de Cristo y convocando a construir una iglesia misionera”.
Finalmente, Mons. Ángel Garachana, obispo emérito y misionero en Honduras, también nos hace llegar unas palabras que nos ayudan a dibujar el perfil del papa León XIV, aunque como inicia el claretiano, “realmente el perfil lo ha trazado él mismo en sus primeras palabras y gestos”. Y así da cuenta de cinco rasgos puestos de manifiesto, siendo el primero, “el de un religioso sonriente, ligeramente emocionado y escuchando las aclamaciones del Pueblo de Dios”. En segundo término, Prevost se ha mostrado como “pacífico y pacificador, deseando la paz en el corazón de cada uno y en el mundo entero”. Seguidamente, sin duda, se percibe “un hombre de fe que ha puesto su esperanza en Dios”. “Un Dios amor que hace posible que no prevalezca el mal”. En cuarto lugar, “pastor que camina con su pueblo en Iglesia sinodal, especialmente cercano a los pobres y a los que sufren”. Y, por último, “misionero, es decir, que sale a dialogar sabiendo abrir sus brazos para acoger a todos”, concluye.
La vida por el evangelio
“Un saludo especial a todos ustedes y, sobre todo, a los misioneros que entregan la vida por el evangelio”. Estas eran las palabras de Mons. Prevost en enero de 2024, cuando servía a la Iglesia como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. El mismo que es, desde ayer, el Pastor que Jesucristo nos ha regalado para guiar a su Iglesia en los próximos años.
Por tanto, no podemos sino agradecer a Dios por el sucesor de Pedro. Su experiencia de vida nos ayudará sin duda a tomar conciencia de nuestra vocación, subrayando la necesidad que la Iglesia sigue teniendo de evangelizadores en tantos lugares de la tierra, para que así Dios sea cada vez más conocido, amado, servido y alabado ahora y siempre.