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Celebramos la Jornada Mundial por el Trabajo Decente

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En el año 2000, con motivo del Jubileo de los Trabajadores, Juan Pablo II hizo un llamamiento a favor de una coalición mundial en defensa del trabajo decente, apoyando una iniciativa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El Papa polaco, recientemente declarado santo, nos decía que toda la Iglesia debe implicarse en este empeño (Laborem exercens, 8). La dignidad de la persona en el trabajo es misión propia de la Iglesia. Benedicto XVI subraya lo que significa el trabajo decente y destacó el valor central del trabajo (Caritas in veritate, 63). El Papa Francisco insiste en la dignidad del trabajo (Laudato sí, 128), y lo mismo los obispos españoles (Iglesia, servidora de los pobres, 32).

Como bien sabéis, la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), tiene sus fuentes en las declaraciones del Magisterio, por eso realidades eclesiales como Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Migraciones-ASTI, HOAC, JOC y algunas Parroquias hemos propuesto una campaña para todo el año titulada: “Iglesia por el Trabajo decente”.

Constatamos que sigue existiendo desempleo, precariedad laboral, empleo sumergido y pobreza incluso en trabajadores cuyos salarios no alcanzan un sueldo digno para cubrir sus necesidades y las de su familia. La tasa de paro en España es del 20%, según la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de 2.016. La recuperación del mercado laboral se ha olvidado de quienes llevan más tiempo sin trabajo. Uno de cada cuatro desempleados lleva al menos cuatro años en esta situación. En total suman 1.127.879 de los más de 4,5 millones de parados que había en España entre abril y junio.

Asimismo, la contratación temporal aumenta, la brecha salarial entre fijos y temporales crece y ha aumentado el temor a perder el trabajo entre muchas de las personas en activo.

Por eso esta iniciativa. Es ineludible poner en primera línea de las agendas de nuestras organizaciones la necesidad de un trabajo decente para todas las personas. Toda la comunidad cristiana está llamada a visibilizar y denunciar la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente y la negación de dignidad que esto supone. Todos y todas podemos hacer algo desde nuestras organizaciones, parroquias o lugares de compromiso. La defensa del trabajo decente es esencial para la realización de las personas y de las familias.

Julio César Rioja, CMF

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