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Samuel Sueiro, cmf: “Vivo mi misión razonando la fe, pensando el modo de proponérsela al mundo”

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El misionero Samuel Sueiro busca, allá por donde pasa, “hacer algo tan claretiano como sumar y hacer con otros”. Ya sea en diversos ambientes e instituciones de la Iglesia como en contacto directo con la juventud, aquella que viene cargada de interrogantes. Él, recién doctorado en Teología por el Institut Catholique de París (Francia) y la Katholieke Universiteit Leuven (Bélgica), procura responder, desde su honestidad, con su ciencia y docencia. La misma que le ha llevado a publicar su tesis, ‘La fecundidad del Cristocentrismo’ (Ed. Encuentro, 2021) y a dirigir una colección que acercará al lector a algunas de las obras más importantes del jesuita francés, Henri de Lubac. “Con este proyecto esperamos que tanto España como América pueda recibir de forma más adecuada, más accesible, el pensamiento teológico de este gran autor”.

 

 

En tu misión claretiana hoy, ¿a qué te dedicas?

Recientemente he terminado la tesis doctoral en Teología, que he podido elaborar estos últimos años en París, a la par que he trabajaba en la Misión Católica de Lengua Española de aquella ciudad. Actualmente soy profesor de teología en la universidad Pontificia de Comillas, en el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR), en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para las ciencias del Matrimonio y de la Familia. También voy a dirigir una colección en ediciones Encuentro traduciendo algunas de las obras más importantes del teólogo del siglo XX, Henri de Lubac.

¿Por qué es importante esta colección que vas a dirigir?

Ediciones Encuentro es una editorial muy importante dentro del mundo católico. Desde su inicio ha hecho el esfuerzo por poner a disposición del lector hispanohablante grandes lecturas de pensamiento cristiano, de teología, y ahora va a hacer el esfuerzo de traducir la edición crítica de las obras completas de Henri de Lubac, un pensador que ha ido cobrando cada vez más importancia -por ejemplo, un dato significativo-, en el magisterio pontificio tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI y ahora también del papa Francisco. Un gran pensador, un gran profesor capaz de ofrecer el decantado de toda una tradición teológica sobre temas como la creencia en Dios o el ateísmo. También sobre la Iglesia y sobre otras religiones, como el budismo. O sobre el mundo contemporáneo y la cuestión de la Gracia y cómo actúa Dios en nosotros. Un autor de largo alcance, inmensamente fecundo. Con este proyecto esperamos que tanto España como América pueda recibir de forma más adecuada, más accesible, el pensamiento teológico de este gran autor.

Para ello, Encuentro cuenta con un comité científico que avala la colección y al mismo tiempo trabaja en esta edición española de las obras, compuesto por teólogos de raza, por así decir, como son el Card. Luis Ladaria, el Card. Ricardo Blázquez, D. Olegario González de Cardedal, D. Santiago del Cura Elena, D. Salvador Pié-Ninot, el P. Jesús Santiago Madrigal y Ángel Cordovilla. Todos ellos, que representan un mosaico de varias generaciones y varios lugares donde se ha pensado la fe y ejercitado la teología, han abrazado con ilusión y con mucha generosidad este proyecto y nos ayudarán a hacerlo posible entre nosotros.

¿Cómo crees que esto puede ayudarte en tu misión?

Mi quehacer en ese sentido es doble. Por una parte, dedicarme a la teología, es decir, poder pensar la fe en distintos ambientes. Presentar esa fe que busca comprensión y mostrar esa razón que quiere creer. En ambientes, digo, como la Universidad Pontificia de Comillas, el ITVR, la Universidad eclesiástica San Dámaso y el Pontificio Instituto Juan Pablo II para las ciencias del Matrimonio y de la Familia. Son ambientes de Iglesia, pero muy distintos. Por ello, se trata de pensar la fe en distintos ambientes y con otros, con otras personas. En concreto, pensar cada día con aquellos que se preparan para el mundo del Derecho y de la Empresa, por ejemplo, en la Universidad de Comillas. O pensar con aquellos alumnos que están haciendo su especialidad en Teología de la Vida Consagrada, en el ITVR o aquellos que se están especializando en Teología Dogmática y Fundamental en San Dámaso. O toda esta realidad de cómo pensar la familia y el matrimonio en cristiano a día de hoy en el Instituto Juan Pablo II.

Por una parte, decía, este quehacer es ayudar a pensar y mirar nuevas formas, yendo a los fundamentos, volviendo a nutrir la dimensión creyente con altura intelectual y enmarcada en el tiempo que nos toca vivir. Por otra parte, mi labor me lleva a enfrentar cada día un gran desafío, el de estar cada día ante distintos jóvenes y plantearme con ellos cuestiones que de otra forma me sería imposible imaginar; y, además, poder pensar con ellos. Cuestiones que tienen que ver con la fe, con Jesucristo, con la Iglesia, con nuestra misión y con nuestro tiempo.

¿Y cómo puede ayudar tu misión a la Iglesia?

Yo creo que es un quehacer eminentemente eclesial, es un quehacer que la Iglesia ha hecho siempre, ‘ad intra’ y ‘ad extra’. O sea, la evangelización y la formación. Colaborar en anunciar la fe y proponerla, y ayudar a fundamentar, a sostener, a fortalecer, a pensar y formarnos juntos en las diversas vocaciones, ya sea la del laicado, la vida consagrada, el sacerdocio o el matrimonio. Además, es algo tan claretiano como sumar, como hacer con otros.

A mí siempre me han llamado la atención aquellas palabras que Claret relee en la Escritura, y que explica en la ‘Autobiografía’, al comienzo de la segunda parte, cuando habla de las misiones, donde siente lo mismo que el profeta. Siente la sed del pueblo y dice: “los menesterosos buscan aguas y no las encuentran”. Y Claret no sabe qué hacer para poder ayudar a los demás a saciar esa sed. Una sed que fundamentalmente es del Espíritu, de humanidad, de Dios.

¿Qué significa para ti vivir la misión de esta manera?

Por una parte, vivir y razonar la fe. Por otra, pensar el modo de proponerla al mundo, y en especial a muchos jóvenes de hoy en día. Y finalmente colaborar con las instituciones de la Iglesia, y continuar la tradición claretiana de estar insertos en el mundo que nos ha tocado vivir.

En definitiva, sería algo como lo que expresan nuestras ‘Constituciones’ cuando hablan de la misión del claretiano, cuando subrayan así que nuestra misión consiste en colaborar con todos aquellos que buscan transformar el mundo según el designio de Dios, según el corazón de Dios.

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