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Fallece el P. Enrique Arenas Barcelona

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P. ENRIQUE ARENAS BARCELONA, CMF

  • Nació en Brea de Aragón (Zaragoza) el 15 de julio de 1921.
  • Primera profesión en Vic el 25 de febrero de 1948.
  • Ordenado sacerdote en Valls el 1 de mayo de 1955.
  • Ha fallecido en Zaragoza el 17 de junio de 2013.

Al atardecer del día, cuando muchas comunidades religiosas ya han rezado Vísperas y otras se disponen a ello, el P. Enrique Arenas Barcelona entregaba su alma al Señor.

Nacido en la localidad de Brea de Aragón, donde recibió el bautismo y la confirmación, Enrique pasa, siendo aún niño, a vivir a Calatayud. Aquí va realizando sus estudios y se incorpora a la Congregación Mariana (Los Luises) donde cultiva sus inquietudes espirituales y discierne su vocación con la ayuda -como tantos jóvenes de la localidad- del P. Evencio Zubiri CMF.

A los veinticinco años, en los primeros días de enero de 1947, Enrique llega a Vic donde unos cuarenta días después empieza el noviciado. Tiene como maestro al P. Manuel Mascaró. En Vic emite su primera profesión religiosa el 25 de febrero de 1948. Tras dedicar unos meses al estudio del latín, inicia en Solsona sus estudios filosóficos (1948-51), a los que seguirán en Valls (1951-55) los teológicos, rematados en Baltar con el Año de Pastoral (1955-56). El P. José María Solé Romá le acompaña como prefecto tanto en la filosofía como en la teología. En 1951 emite su profesión perpetua y el 1 de mayo de 1955, en Valls, es ordenado sacerdote.

En la vida misionera del P. Enrique destaca sobre todo un nombre: Zaragoza. En la ciudad del Pilar pasará más de cuarenta años. Pero su primer destino sacerdotal fue Barcelona. Allí sirve de 1956 a 1958 como profesor y responsable de las Juventudes Cordimarianas, ministerio que le había atraído durante toda la formación. Sabadell sabrá de sus dotes para la enseñanza durante el curso 58-59. Acabado éste recibe su primer destino a Zaragoza. Ecónomo local y consultor durante un trienio, en 1962 -recién nacida la Provincia de Aragón- se incorpora a su gobierno como Ecónomo Provincial, servicio que no abandonará hasta 1985 y que irá compatibilizando con otros: superior local (1968-74; 83-85); ecónomo local (1974-83); secretario provincial (80-85)… Miembro del Consejo General de Economía desde 1977, el Gobierno General le encomienda en 1979 participar en la revisión de la parte administrativa del Directorio.

El Capítulo General de 1985 supondrá un giro en su vida misionera: ahora es toda la Congregación la que requiere sus servicios. Enrique es nombrado Ecónomo General, servicio para el que será reelegido en el Capítulo de 1991 y que desempeñará hasta 1997. Su buen carácter, su claridad, su profundo sentido religioso y de la vida fraterna le hacen muy querido en partes muy diversas de la Congregación. Inicia este servicio a los 64 años; lo abandona a los 76. Son años bien importantes para la consolidación económica de nuestra familia; sólo una administración bien encarrilada explica la llegada de la Congregación a partes tan diversas del mundo.

Pero el P. Arenas no vuelve a España para descansar. Ecónomo local de Zaragoza-San Antonio María Claret de 1997 a 2008, forma parte durante gran parte de este período de los consejos provincial y general de economía e intensifica las tareas de asesoramiento y ayuda a otras congregaciones que ya había iniciado. Son muchas las diócesis e institutos que se han enriquecido con los sabios y prudentes consejos del P. Arenas.

Esta dedicación tan intensa a los asuntos económicos y administrativos no le alejaron nunca ni un ápice de Aquel que es el centro de nuestra vida. Gracias a una espiritualidad centrada y madura le fue posible administrar los bienes temporales de la Congregación desde criterios profundamente evangélicos y misioneros. El P. Arenas supo siempre qué talentos administraba y por qué y vivió intensamente la misión claretiana y el amor al Señor, al Corazón de María y a nuestros Beatos Mártires. Delicado con todos, muy sensible a las intuiciones de los jóvenes, profundo y humilde, ha sido sin duda un siervo fiel. ¡Gracias, Enrique, pasa al banquete de tu Señor!

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