H. Carlos González Aguilar

Tras pelear durante varios meses con un proceso tumoral, el H. Carlos González Aguilar ha fallecido esta madrugada en el Colegio del Corazón de María de Gijón, mientras los hermanos de comunidad velaban su descanso. Algunos indicios de empeoramiento llevaron ayer a preparar su viaje a León para el día de hoy, con la intención de que disfrutara de las ventajas de la Comunidad Asistencial. La Providencia ha dispuesto para él otro tipo de viaje.

Carlos nació en la localidad palentina de Dehesa de Romanos el 27 de junio de 1948. A los pocos días fue bautizado en la Parroquia de San Martín, en la que recibiría el sacramento de la Confirmación en 1955, a los siete años de edad.

El 17 de septiembre de 1962 ingresa en el postulantado de la Congregación. Las notas consignadas sobre él en Secretaría no recogen el lugar. Tres años después, a finales de septiembre de 1965, inicia en Salvatierra (Álava) la experiencia de noviciado. Le acompaña y guía como Maestro el P. Domingo Jaurrieta, con quien convivirá después muchos años en el Colegio de Gijón. El 23 de octubre de 1966 emite en Salvatierra su primera profesión religiosa.

De 1966 a 1968 Carlos continúa en Salvatierra-Agurain y se incorpora al Juniorado de Misioneros Hermanos de Salamanca en septiembre de 1968. Allí estará hasta el verano de 1970. Entre tanto, el 29 de septiembre de 1969 el Superior General le incardina en la Provincia de León separándole de la de Cantabria, a la que había pertenecido hasta entonces.

Ese verano se incorpora a la Comunidad de Gijón, residiendo durante un tiempo en Contrueces. Esta comunidad será su hogar desde entonces hasta su fallecimiento durante cuarenta y dos años de vida misionera. De Gijón viaja a Castro Urdiales el 24 de octubre de 1972 para emitir la profesión perpetua en la celebración en la que el H. Juan Curto hacía sus primeros votos.

Hay Misioneros cuya lista de destinos es difícil de recoger en una página. La del H. Carlos lleva desde 1970 sólo un nombre: Gijón-Contrueces y su Colegio del Corazón de María. Para muchas generaciones de alumnos y profesores del centro y sus familias el H. Carlos es una figura inseparable del Colegio cuyo testimonio de servicialidad, espíritu religioso, delicadeza y buen humor tardarán tiempo en olvidar. Dedicado muchas horas a servicios internos a la comunidad, asociados en gran medida a la cocina, Carlos ha entregado también mucho tiempo a las instalaciones del Colegio en Contrueces y a la atención del Santuario de la Virgen, patrona histórica de la ciudad. Singularmente dotado para la hospitalidad, son muchos los claretianos que han visitado Gijón y quedado impresionados por su sencillez y calidad humana y religiosa. Feligrés frecuente de nuestra Parroquia, su ejemplo llamaba la atención también a no pocos seglares y a muchos de los vecinos y comerciantes del entorno, acostumbrados a tratarle. Difícil será encontrar a alguien que haya convivido con él y no destaque su carácter piadoso y bondadoso. Dispuesto siempre al servicio, las parroquias de la zona de Belmonte de Miranda supieron también de su generosidad en los últimos años de presencia claretiana, en los que colaboró ayudando a desplazarse a los sacerdotes.

Que el Inmaculado Corazón de María, a la que se entregó como Hijo, le abra las puertas del Reino y que Carlos, que tanto facilitó y alegró la vida a otros, goce ya de la Vida Eterna.