H. ANTONIO CAMPOS MANI, CMF

* Nació en Madrid el 13 de marzo de 1922.

* Hizo su primera profesión religiosa en Salvatierra el 16 de julio de 1941.

* Emitió la profesión perpetua en Salvatierra el 16 de julio de 1947.

* Falleció en Colmenar Viejo (Madrid) el 29 de febrero de 2012.

Nacido en Madrid capital como el mayor de cinco hermanos, Antonio creció en una familia cristiana y en 1936 ingresó en el Postulantado Claretiano de la Provincia de Bética en Sigüenza. Allí tiene como formador al Siervo de Dios P. José María Ruiz Cano, mártir, cuyo cadáver llega a ver a la mañana siguiente a su despedida y ejecución. Devuelto por los milicianos a su familia, pasa con sus padres y hermanos el resto de la guerra española en Orce (Granada).

En 1939, finalizada la contienda, Antonio vuelve a llamar a las puertas de la Congregación Claretiana, esta vez en Segovia. En Salvatierra (Álava) realiza el noviciado en el curso 1940-41, con el P. Toribio Pérez Oca como Maestro. Emite sus primeros votos religiosos el 16 de julio de 1941 con una clara vocación de Misionero Hermano gozosamente vivida. Los años siguientes, adscrito a la comunidad de Salvatierra, realiza tareas diversas ligadas con sus habilidades en Santo Domingo de la Calzada, Tolosa, Oviedo y Bilbao, donde interviene durante más de un año en la reparación del órgano principal de la iglesia. A los seis años justos de su primera profesión, el 16 de julio de 1947, emite su profesión perpetua también en Salvatierra. En unas notas dictadas por él mismo recuerda que su primer trabajo manual de cierta relevancia fue construir un reloj en el que podía verse en qué lugares del mundo se estaba celebrando la Eucaristía en cada hora del día.

Tras seis meses de preparación en Medina de Rioseco, en agosto de 1948 Antonio partió para Guinea Ecuatorial, donde residió casi veinte años pasando por diversas comunidades: Santa Isabel, Nkuefulan, (Sevilla de) Niefang… Su habilidad para tareas diversas enriquece mucho la acción misionera: prepara motores, inventa artilugios, ayuda a rematar construcciones. Actúa sobre todo como encargado de talleres de carpintería, chófer y mecánico.

En 1968 la situación política desaconseja su regreso a Guinea y es destinado a Salamanca. Desde allí contribuirá a dotar de muebles e instrumental cantidad de centros claretianos (iglesias, colegios, parroquias) y de otras muchas instituciones religiosas. Lo mismo hará a partir de 1975 desde Aranda de Duero. Muchos serán los que en muy diversos lugares aprendan de él técnicas y destrezas pero también actitudes y acciones que les acerquen al Dios al que Antonio consagra su vida. De su mano salen altares, bancos, imágenes, mesas de laboratorio, canastas de baloncesto…

El servicio del H. Antonio en Aranda de Duero se prolonga durante treinta y dos años. Allí celebra sus bodas de oro de profesión religiosa y de aquella comunidad parte a finales de septiembre de 2007, obligado por el deterioro de su salud, hacia la Comunidad Asistencial de Colmenar. Este fue sido su hogar y comunidad en los últimos cinco años. Allí recibió gozoso las frecuentes visitas de su hermano José, también Claretiano, destinado en la comunidad de Segovia, y del resto de sus hermanos, sobrinos y familiares; allí  contribuyó con su memoria, humor y piedad al buen ambiente de la comunidad; allí plantó cara a la enfermedad que le envió varias veces a diversos hospitales y le privó hace años de una de las piernas. Sumamente agradecido al Señor y al Corazón de María, sanamente orgulloso de su vocación claretiana, hace años comentó que deseaba que sobre su tumba se escribiera la frase: “me lo pasé bomba”. Su foto y el testimonio de su gozo vocacional forman parte desde la Jornada Mundial de la Juventud de la exposición que recorre las posiciones apostólicas de la Provincia Claretiana de Santiago. Hace años afirmó también, bromeando, que se quedaba muy tranquilo si en cada uno de los altares que había ayudado a construir se celebraba una misa por su eterno descanso. La hora de hacerlo llegó en febrero de 2012. ¡Que el Señor le bendiga!