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Madrid: funeral por el cardenal Sebastián, “hombre de fe esperanzada”

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Desde que se supo la noticia del fallecimiento del Cardenal Fernando Sebastián Aguilar, el pasado 24 de enero, han sido constantes las muestras de reconocimiento y afecto que la Iglesia y la sociedad española han mostrado a su persona. Tras los funerales celebrados por su eterno descanso en las distintas diócesis por las que pasó, y en las Instituciones a las que sirvió, fue la provincia claretiana de Santiago la que convocó ayer a la Iglesia que peregrina en Madrid a una cuidada eucaristía en su memoria. La presidió el cardenal Carlos Osoro, acompañado por los también cardenales Antonio María Rouco, Carlos Amigo y Aquilino Bocos, cmf.

Dieron comienzo las palabras del misionero claretiano Carlos Martínez Oliveras, que en su monición de entrada fue trazando una hermosa semblanza del cardenal Sebastián. “Hombre libre y sabio, lúcido y sincero, de convicciones profundas y fe recia; teólogo con hondura de pensamiento y hombre de gobierno con decisión en la verdad y la justicia, haciendo honor a la divisa de su escudo episcopal: veritas in caritate”. Como director del Instituto Teológico de Vida Consagrada, el P. Martínez Oliveras quiso también mostrar su agradecimiento a la labor de D. Fernando en este centro religioso: “En él, siempre hallamos a un valeroso impulsor; su voz teológica tuvo un peso especial en la Revista Vida Religiosa, y a través de la editorial Publicaciones Claretianas, nos ha ido ofreciendo su pensamiento en forma de monografías. Él adelantó, con su reflexión sobre la vida religiosa, una teología que después se iría especializando desde las fuentes bíblicas, la tradición de los Padres y los grandes núcleos de Cristo, el Espíritu y la Iglesia”.

En su homilía, D. Carlos Osoro destacó “cómo no pasó desapercibida la figura del Cardenal Sebastián en medio de nuestra generación” y aseguró que la libertad con que don Fernando se expresó siempre, tanto en su vida como en sus escritos u orientaciones “manifiestan que solo intentaba buscar la gloria de Dios. Fernando Sebastián era un hombre de fe esperanzada y de amor, decidido siempre a dar a conocer a Jesucristo.”

“Ardía en la pasión de dar a conocer y hacer creíble el Evangelio en los tiempos en los que le tocó vivir, en los lugares en los que el Señor le puso. Su persona, y especialmente su ministerio episcopal revelaron la convicción absoluta de que era el Señor el que le había enviado”, subrayó el arzobispo de Madrid en otro momento. “Y leyendo un texto del P. Claret, -“un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad, y que abrasa por donde pasa”-, me parecía que de algún modo, esto se ha visto realizado en la persona de Fernando Sebastián”.

Una ceremonia de gran dignidad

Además de los cuatro cardenales ya nombrados, quisieron participar también el Arzobispo Castrense, D. Juan del Río y D. José María Gil Tamayo, obispo de Ávila, así como Mons. M. F. Crotty, primer consejero de la Nunciatura Apostólica en España. De la misma manera, se dieron cita en el funeral distintos miembros de numerosos institutos de vida consagrada, sociedades de vida apostólica e institutos seculares. También hubo representación oficial de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), de la Archidiócesis de Madrid y de la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS). Más de treinta misioneros claretianos y varios familiares de Mons. Sebastián se unieron a la celebración.

Fue una ceremonia de gran dignidad, al final de la cual el P. Pedro Belderrain, Superior Mayor de los claretianos de Santiago, leyó agradecido el mensaje que P. Mathew Vattamattam, Superior General, envió expresamente para esta celebración:

“Con mucho gusto me uno a todos ustedes para agradecer al Señor el don que Su Eminencia el Cardenal Fernando Sebastián ha supuesto para nuestra congregación y para la Iglesia. Siempre me ha impresionado con cuánta belleza, claridad y coherencia combinó en sí el P. Fernando las diferentes llamadas que había recibido del Señor. Su vocación misionera claretiana enriqueció su amor y servicio a la Iglesia como Obispo y como Cardenal. Quizá aprendió a ello de nuestro Fundador, que encarnó ejemplarmente el arte de ser obispo misionero.

Como Obispo, el P. Fernando se esforzó para entrar en diálogo con las realidades sociales y eclesiales de España con fortaleza profética, como un hombre lleno del fuego del amor de Dios, como un testigo creíble del Evangelio de la alegría y la esperanza.

Entre nosotros, claretianos, ha sido un hermano mayor entrañable, que nos edificaba con su sencillez de vida y la lucidez de su mirada al presente y al futuro. Su recuerdo nos inspira y lo seguirá haciendo. En esta nueva etapa nuestro hermano Cardenal intercede por nosotros”.

Escuchadas las palabras del P. Mathew, el Provincial de los claretianos, añadió: “Quiera Dios nuestro Padre conceder esa gloria eterna al Cardenal Sebastián. En ella se encontrará con sus hermanos Misioneros Mártires de los que decía llevar desde joven “una huella imborrable” y a los que llamaba “maestros”. Que por intercesión de esos Beatos España obtenga la concordia y reconciliación profunda a las que Mons. Sebastián tanto se entregó. Que el Señor nos libre del catolicismo melifluo del que nos advirtió, de la mundanización, los personalismos y el orgullo espiritual que invitó a desterrar de la vida consagrada”.

“Mil gracias, Señor, por la vida y el ejemplo de nuestro hermano. Que el Corazón de María nos ayude a encarnar estas palabras del P. Fernando: No hay manera mejor de emplear la vida que dedicarla a ayudar a la gente a conocer a Jesucristo y a poner en él su amor y su confianza. Jesucristo ha sido siempre el amor de mi vida, la primera referencia de mis aspiraciones, la meta de todos mis deseos. (…) No permitas que nada ni nadie nos separe de ti”.

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