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Agradecimiento y sencillez. Jornada del Enfermo

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Describe el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada del Enfermo que mañana será celebrada en toda la Iglesia, una doble vertiente. Por un lado, «constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos […] y, al mismo tiempo, es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor». De esta manera la Iglesia nos señala un año más –con este van veinticinco– la enfermedad, el servicio a ésta y a la vejez, y, en definitiva, los años en los que el cuerpo se gasta y los ojos brillan de forma especial.

El acompañamiento y la atención a los enfermos es una realidad que lleva años practicándose dentro de las tareas de cada comunidad, debido en gran parte a la elevada media de edad de los misioneros de esta Provincia. Pero, además, se han habilitado y construido casas expresamente para atender estas necesidades. En la Provincia de Santiago hay tres comunidades asistenciales: León, Zaragoza y Colmenar Viejo. “Las comunidades asistenciales de nuestra Provincia tienen una identidad muy definida, dentro del conjunto de nuestras comunidades religiosas. Acogemos a enfermos de manera temporal en sus periodos de convalecencia, pero la comunidad estable la formamos ancianos y enfermos crónicos que no pueden valerse por sí mismos y necesitan de ayuda para atender a sus cuidados personales. Esto configura de manera especial la vida común entre nosotros. La mayoría es portadora de una vida larga de trabajo realizado en las misiones de ultramar, en los colegios, parroquias…”, define el P. José Luis Asenjo, director de la Comunidad Asistencial de Colmenar Viejo.

En las tres asistenciales, a día de hoy viven casi 40 claretianos, que comparten esta etapa vital “con mucha paz y sentido del humor”, añade el Hno. Pascual Hernando, Director de la Comunidad Asistencial de Zaragoza. Y completa diciendo, “este clima de confianza entre nosotros se debe a que nos conocemos desde el Postulantado, en los años 40. Es decir, toda una vida. Podemos asegurar que somos familia desde hace muchísimo tiempo”.

Nuestra vida, dominada por los afanes, la agitación y las neurosis, olvida los interrogantes fundamentales sobre la vocación, la dignidad y el destino del hombre. Pero, ¿dónde queda ahora la misión a la que una persona un día fue llamada cuando se decidió a abrazar la Vida Consagrada? “La misión de los que conformamos nuestras comunidades asistenciales es bien sencilla: primero, dar gracias a Dios por la vocación recibida y las tareas pastorales que puso en nuestras manos. Luego, saber aceptar con paz y confianza esta última etapa de nuestra vida, viviéndola en fraternidad con los hermanos. Además, agradecer el amparo fraterno de la Provincia al atender con magnanimidad nuestras necesidades. Y, sobre todo, orar en comunidad y personalmente por las necesidades de la Congregación, sus Misiones, sus vocaciones, y hermanos en dificultades… Por último, convivir en paz y alegría la gracia de cada día ayudándonos los unos a los otros”.

La vejez es la edad de la sencillez y de la contemplación. Mientras el mundo de la publicidad y el márquetin nos acercan una imagen estereotipada de lo útil, la vejez y la enfermedad se arrinconan, se aíslan y silencian. “Un pueblo que no cuida a sus ancianos no tiene futuro”, decía el Papa Francisco no hace mucho. En este sentido, destaca la naturalidad y el optimismo con la que estas comunidades asistenciales se ponen al servicio del enfermo en su última etapa de la vida: “Entre nosotros, lo que sobresale es la paz y naturalidad con que se viven las enfermedades, tanto a nivel personal como comunitario. Existe como una predisposición a la comprensión y a la solidaridad entre todos. Se vive desde la aceptación ordinaria de los demás ‘tal como son’, enfermos o ancianos, en un contexto de sencillez que encaja en lo espontáneo y familiar”, puntualiza el P. Asenjo. Por su parte, el Hno. Pascual Hernando, comenta jocosamente: “Aquí, tenemos dos reglas: la primera es: siéntete con libertad para hacer lo que quieras. Y la segunda dice que si tienes alguna duda, vuelvas a leer la primera”.

La Iglesia, como madre y maestra, pretende, con estas Jornadas, despertar conciencias para que la sociedad pueda sacar provecho de los carismas de la vejez y hacer que así ayuden al resto a entender la vida desde una perspectiva más humana, más cristiana. Aunque, desde las comunidades asistenciales, estos dos religiosos claretianos ofrecen su peculiar matiz: “Entiendan que lo de Jornada del Enfermo nos pilla a contrapié a la hora de aplicárnoslo. Para nosotros no encaja en una ‘fecha’ de calendario, ya que es nuestro estado normal de vida. Compartimos con normalidad este estado final de nuestra vida con la misma naturalidad que vivimos aquellas que la precedieron”.

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