El pasado 11 de abril de 2015, a mediados del Año de la Vida Consagrada, el Papa Francisco publicaba la Bula Misericordiae Vultus, convocando a la celebración de un Año Santo de la Misericordia. Algunos se apresuraron a afirmar que, con esta iniciativa, el año dedicado a los consagrados concluía nueve meses antes de lo previsto; otros, más sabiamente, supieron interpretar el nexo profundo que une el don de la misericordia divina y la realidad de la vida consagrada en la Iglesia, y vieron desde el principio la complementariedad de ambas iniciativas. De hecho, la vida consagrada ha vivido siempre la aspiración de ser y dar testimonio del Padre bueno y misericordioso.
En el corazón de este año jubilar, en vísperas del 2º Domingo de Pascua, llamado también el Domingo de la Misericordia, los consagrados celebran la 45ª Semana Nacional de Vida Religiosa, [1] precisamente para seguir profundizando en el vínculo que existe entre su forma de vida y el espíritu que anima este Jubileo extraordinario. Serán jornadas densas, vividas en clima de plegaria, reflexión y fiesta pascual. Un tiempo de compartir intenso y de encuentro con el Señor de la Vida, cuyas misericordias los consagrados cantan y testimonian. Cuatro días para hacer que resuenen todas las voces: las de los pastores y las del pueblo de Dios; las de quienes predican y viven la misericordia y las de quienes padecen su ausencia; las de quienes reflexionan y las de quienes en el silencio y la tarea humilde son profetas del Dios compasivo y bueno.
El Jubileo propone a toda la Iglesia un cambio de ruta. Quiere acentuar los dones de la caridad y del perdón; invitar a la generosidad sin límites; mostrar un rostro materno, donde prevalezcan las obras de misericordia, los rasgos que revelen preocupación por los más pequeños y atención a las necesidades concretas de las personas. Los consagrados acusan recibo de estas interpelaciones y ven en el don de la misericordia una especie de crisol donde se concentra su historia, se refleja su presente y se proyecta su futuro. Una historia construida con las piedras vivas de un amor hecho palabra y gesto fecundo; un presente difícil y hermoso a la vez, que reclama discernimiento continuo; y un futuro que ya se construye con el Evangelio en el corazón, la voluntad de servir en una mano y la entrega generosa a los pobres en la otra.
Profesor Antonio Bellella, CMF. Conferenciante en la 45º Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada. [1]
Enlaces:
[1] http://www.itvr.org/Abierta-la-matricula-para-la-45%C2%AA#.VufKKz-P4os
[2] https://www.claretianos.es/noticias/actividades
[3] http://www.addthis.com/bookmark.php?v=250