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París: la explotación sexual no desaparece

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Los medios de comunicación dieron cuenta de ello durante las semanas de confinamiento. A pesar de que la movilidad de las personas estaba muy limitada, no ha faltado quien ha seguido recurriendo a mujeres y hombres que ejercen la prostitución. Proxenetas y redes de explotación han intentado mantener sus canales de negocio e ingreso, y no pocas personas han visto cómo sus escasísimos ingresos sufrían un drástico recorte, mientras que los gastos y las necesidades de sus familias no desaparecían.

Informes recientes, como el publicado en España por las Oblatas del Santísimo Redentor, dan cuenta de ello recordando una realidad a la que los cristianos no podemos dar la espalda.

La Misión Española de París, que ha sido noticia este verano por la labor que realizó hace ochenta años prestando ayuda a familias judías durante la ocupación nazi, también ha sido testigo de esta realidad. Algunas personas vinculadas con el mundo de la prostitución se acercan a menudo a la iglesia que los claretianos regentan desde hace un siglo en Rue de la Pompe. Asisten a las misas que han encargado por sus compañeras difuntas, rezan a Santa “Narcisita” de Jesús, Santa del Ecuador, y disfrutan de un tiempo de paz. Antes del confinamiento el P. Carlos Tobes, director de la Misión, recibió una llamada de la asociación “A los cautivos la liberación”. Se trata de una asociación,  en misión confiada por el Arzobispado de Paris, para hacerse presente en el mundo de la prostitución. El objetivo era acompañarles regularmente en su apostolado con las prostitutas de lengua española. El pasado 4 de junio fue el P. Carlos, quien, acompañado de dos voluntarios de la asociación hizo esa “tournée”, de las 9 a las 12 de la noche por el conocido y peligroso, a esas horas,  “Bois de Boulogne”.

Tras prepararse -como él mismo cuenta- orando y dialogando con algunas personas representativas de la Asociación “Aux captifs la liberation”, el P. Carlos se dirigió al bosque, confiando esa tarea pastoral al Corazón Inmaculado de María y agradeciendo la presencia y experiencia de los dos voluntarios que le acompañaban. Fueron tres largas horas, con muy baja temperatura ambiental y, en principio nada fácil de digerir. Horas de encuentro y diálogo, en las que el misionero escuchó sobre todo y guardó silencio, no sin compartir alguna palabra antes de retirarse. Fue impresionante, nos dice, oír hablar a aquellas mujeres de sus familias, de sus ciudades y países de origen, de sus deudas, de sus dificultades para encontrar dónde vivir. “Vi, sobre todo -afirma- “personas bien queridas por Dios, creadas por su amor y creadas para amar”. Las mujeres explotadas se expresaron con franqueza: “nos sentimos a gusto en la Iglesia; en ella se nos llama por nuestro verdadero nombre, no tenemos que disimular”.  Al parecer esta prostitución en este bosque es de hombre, mujeres y “transexuales”. 

El encuentro hizo volver a la memoria y al corazón del P. Carlos la experiencia reciente del funeral por dos mujeres que fueron asesinadas en el Bosque, en el que ejercían la prostitución. Compañeras de estas prostitutas asesinadas  se acercaron a la Misión para preparar la celebración:  elegir los textos de la Palabra de Dios que luego fueron proclamados por ellas, algunos cantos y otros detalles de la Eucaristía.

La Misión Española de Paris sigue haciéndose cargo de esta tarea pastoral encomendada, dando estas vueltas al “Bois de Boulogne” a mediodía (14h-17h), por las tardes (18h-21h), o por las noches (21h-00h).

Hay experiencias difíciles de olvidar. Entre semana y en fin de semana, en invierno y en verano, en la normalidad vieja y en la nueva, miles de mujeres y de varones son utilizados por otros exponiendo gravemente sus vidas. Las puertas de la Misión Española siguen abiertas para quien necesite atravesarlas.

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