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El Capítulo General sigue su tarea de evaluación

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La vida es algo bien complejo. Las personas, las familias, las comunidades nos proponemos objetivos y luego no es siempre fácil que los llevemos a la práctica. Pero la experiencia sugiere que es bueno buscar explicación a las cosas. Algo puede haber estado mal planteado; en otros casos han surgido obstáculos imprevistos; en otros hasta podemos haber ido más allá de lo que nos habíamos imaginado.

Los Misioneros Claretianos somos muy conscientes de que no caminamos solos, de que si algo en nuestro entorno puede llamarse ‘éxito’ se debe en gran medida a la gracia de Dios y al buen hacer de muchas personas que hacen camino con nosotros o nos sostienen con su oración.

Pero también es justo que los claretianos nos preguntemos qué vamos haciendo bien, qué podemos mejorar, qué nos deberíamos plantear de otra manera. Esas preguntas que muchas personas se hacen al final de cada día y grupos y comunidades se plantean periódicamente tienen en el capítulo general un momento singular de evaluación, en el que las voces de edades, procedencias geográficas y sensibilidades se cruzan. Quien vive en América del Norte escucha la opinión de sus hermanos de África; quien impulsa misiones y tareas en Europa contrasta su parecer con quien lo hace en India o en Nigeria; todos tienen la oportunidad de escuchar el parecer del gobierno general…

Como se viene haciendo ya hace tiempo, los claretianos de cada zona han trasladado hace meses su parecer al gobierno general de la congregación, parecer cada vez más enriquecido por la voz y la opinión de los demás miembros del Pueblo de Dios. En los últimos días los capitulares han ido repasando la vida y misión claretiana desde el prisma de los tres ‘procesos de transformación’ discernidos por el capítulo general de 2015. El primero iluminaba la condición misionera de la Congregación, deseosa de acoger la invitación de la Iglesia a vivir en salida. El segundo ponía el acento sobre la dimensión comunitaria del ser claretiano: cómo ser una familia que da cada vez más alegre testimonio de la buena noticia del Evangelio (¿cómo organizarse, cómo compartir los bienes, cómo expresar la fraternidad?).

El tercer proceso, analizado el lunes 23, se había hecho eco de la expresa invitación lanzada por el Papa Francisco a los claretianos en 2016: intensifiquen la oración de adoración; ábranse a ese Señor que no es cambiable por ídolo alguno. El Capítulo se ha preguntado por el momento espiritual de la congregación y por la validez de sus programas formativos y ha escrutado con singular detalle algunos de los más impulsados en los últimos años (el centro Fragua y sus nuevas propuestas; el Año Claretiano; las consignas centrales del plan general de formación…). El diálogo ha sido abundante; las presentaciones hechas por los miembros del gobierno general, muy elogiadas. Los aplausos dedicados al ecónomo general (P. Manuel A. Tamargo) y a sus colaboradores llamaron especialmente la atención.

Antes de cerrar ese análisis los capitulares se centrarán en los temas relacionados con la justicia, la paz y la defensa de la creación, planteados en estos años como cuestiones de ‘solidaridad y misión’ y en la realidad de la comunicación en la congregación. Habrá tiempo para hablar de misiones, justicia y paz, presencia en las Naciones Unidas, evangelización en el mundo digital… La comunidad capitular sigue su marcha sin descuidar los momentos de oración y convivencia. La fecha del 22 de agosto, tan vinculada durante años al Corazón de María, no pasó desapercibida. El camino continúa.

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