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Severiano Blanco: “El P. Jaume Clotet fue un gran entusiasta del Fundador”

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“El P. Jaume Clotet fue un gran entusiasta del Fundador”, expresa el misionero Severiano Blanco, actualmente uno de los mejores conocedores de la vida y espiritualidad de Claret y los cofundadores de la Congregación, en un vídeo grabado en el Centro de Espiritualidad Claretiana (CESC) de Vic. “Realmente no pasaron juntos temporadas largas, pero el tiempo que compartieron fue tremendamente intenso”, completa introduciendo algunas de las dimensiones fundamentales para comprender la importancia de la figura del Siervo de Dios, por el que estamos celebrando el bicentenario de su nacimiento.

Clotet, testigo y protagonista del grupo fundacional, cabe ser recordado “por ser el primero que veló por la identidad de los hermanos no sacerdotes”. De tal modo, “podemos afirmar casi con toda seguridad que la última parte de las Constituciones está redactada directamente por él”, afirma el experto. Y aún más, “En el año 1858, Clotet redactó un Directorio para los claretianos hermanos escrito en catalán, publicado cuando en la Congregación solo había tres hermanos no sacerdotes”, añade. “Y es sorprendente que habiendo solo tres hermanos el texto fuera llevado a imprenta”. “Cabe suponer que habría entonces enormes esperanzas puestas en que la Congregación aumentara mucho”, opina.

Preocupación por los sordomudos

Otro de los rasgos que sin duda habría que destacar del P. Clotet “es su preocupación por los sordomudos”, afirma el P. Blanco aludiendo a la famosa anécdota de aquel padre de familia que, dirigiéndose al cofundador de nuestra Congregación, le presenta a su hijo sordomudo con la esperanza de que el claretiano le prepare para recibir los sacramentos. “Y fue a partir de aquel hecho, cuando comienza a trabajar en los textos que darán lugar a los libros ‘La Comunicación del pensamiento por medio de señas naturales’ (1866) y ‘Suplemento de la Obra el Catequista del sordomudo ignorante’, aparecida en el año 1892.

“También fue distinguida su colaboración en el gobierno de la Congregación”, prosigue Severiano Blanco, ya que el P. Clotet fue secretario general”. En este punto, el experto apostilla que Clotet aceptó esta encomienda siendo general el P. Xifré, y la relación entre ellos ha dado lugar a “un cierto morbo”, pues “eran caracteres diferentes”. “Clotet era más casero, mientras que Xifré era más emprendedor”. Pese a ello, la historia de nuestra institución nos dice que aquella conjunción resultó ser “una buena complementariedad”.

“Aunque estaba ya muy envejecido y casi ciego, tuvo la suerte de asistir al desenterramiento del fundador para traer sus restos a la ciudad de Vic”. Corría el año 1897 y Clotet, que le había acompañado y admirado tanto en vida, se hizo presente en las honras fúnebres que a Claret se le hicieron en el municipio catalán. Eso sí, “honras moderadas, porque no se le podía dar culto al estar ya abierto el proceso de canonización”. Y es que el trabajo de Clotet en este sentido fue mucho y muy intenso. “Él, junto con el P. Xifré, fueron los que pusieron en marcha el proceso tan pronto como les fue posible hacerlo”. Clotet murió y Claret fue declarado venerable. “Por tanto, antes de morir, Clotet pudo cantar el ‘Nunc dimittis’, deja a tu siervo irse en paz, porque dejó muy encaminada la ilusión de la última etapa de su vida, que fue ver a Claret en los altares”, concluye el P. Blanco.

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