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Encuentro Solidaridad y Misión para provincias claretianas de Europa

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ADOLFO LAMATA | Distintos representantes de las Provincias claretianas de Cataluña, Euskal Herria, Santiago, Fátima, Alemania, Francia e Italia, acudieron el fin de semana del 10 al 12 de mayo a Colmenar Viejo con el objetivo de clarificar las líneas de trabajo en Europa en lo que a Justicia, Paz e Integridad de la Creación, (JPIC) se refiere. Así, prefectos de apostolado y encargados de Solidaridad y Misión (SOMI), tanto como personas implicadas directamente en este campo, -ya sean clérigos o laicos-, procuraron en estos días definir a los destinatarios prioritarios de esta misión, las posiciones desde las que tender ayuda y, al mismo tiempo, concretar qué tipo de atención cabe ofrecer.

La presentación de los asistentes tuvo lugar el viernes, y no fue hasta el día siguiente cuando se comenzó seriamente el trabajo. Para ello, se pudo contar desde primera hora de la mañana con la presencia del religioso jesuita Alberto Ares, que apuntó sugerentes ideas para iluminar la reflexión. Su charla, que llevaba por título “Europa: desafíos desde la JPIC. ¿cómo dar una respuesta como Congregación?”, fue una pista más que valiosa para la lectura de realidad actual de nuestra misión y de los retos que nos plantea en el contexto europeo.

El punto de partida que ofreció Ares en su conferencia arrancó de la necesidad de una mirada integral que permita ver la realidad de nuestro mundo diverso, complejo e interconectado, siempre en continuo cambio. Solo desde ahí la Congregación podrá hacerse plenamente consciente de la necesidad de dar un paso atrás con el fin de encontrarnos y ver lo que podríamos hacer en común. Bien es cierto que las fuerzas humanas y los recursos económicos van disminuyendo, y rondarán tentaciones para priorizar y seleccionar para fortalecer liderazgos con carisma, que finalmente se responsabilicen de la misión. Pero ese nunca será el camino. Aunque la causa principal de un trabajo a favor de una mirada conjunta se encuentre más bien en la capacidad de vencer los miedos a perder autonomía, a diluirse en el conjunto, y, por consiguiente, a restar diversidad a las respuestas.

En la búsqueda de las prioridades para la misión JPIC se presentaron diez guías para el discernimiento: Identidad, cimentada en el seguimiento de Jesús y construida desde el diálogo y la aceptación de la diversidad como oportunidad; dignidad, que viene del Señor y que nos configura como familia humana; justicia, que nos acerca  y compromete con las víctimas; misión integral en las periferias que se despliega en un ciclo que comienza en el acompañamiento acompañar, en el servir, en el reflexionar con otros, en el sensibilizar a la comunidad,  y que finaliza en la incidencia efectiva; hospitalidad, sobre todo con los que la sociedad rechaza; sostenibilidad en la defensa de la Casa Común; ciudadanía enraizada; apuesta por los procesos más que por la ocupación de espacios; comunidad que cree en la complementariedad; y reconciliación, que construye puentes y que acepta que la debilidad nos acerca a Dios.

Estas guías fueron las que iluminaron la reflexión de los grupos y el diálogo con las experiencias que, desde las distintas provincias, se han presentado en el Encuentro. Teniendo presente el objetivo marcado, podemos resumir las conclusiones. Por ejemplo, en cuanto a los destinatarios. El seguimiento de Jesús nos lleva a identificarlos de una forma general con las personas que están en situación de vulnerabilidad, y esta será la característica que los defina. No tanto los grupos sociales a los que pertenecen, aunque bien es cierto que hay que poner algunos acentos en las personas migrantes (de primera y segunda generación, los refugiados), en los jóvenes, las mujeres, y las familias en toda la complejidad de modelos actuales. Tampoco podemos dejar solas a las personas mayores. También nos hemos identificado a nosotros mismos destinatarios como agentes de evangelización en el ámbito claretiano, que tienen que ser sujetos de conversión, y sensibilizados para ser creíbles desde la coherencia de vida.

En segundo lugar, si atendemos a las posiciones (plataformas de misión) se ha señalado que identificar los lugares físicos o institucionales tiene una relevancia relativa, y que es más importante el cómo se está en ellos, y el desde dónde se ocupan. Hay rasgos que se situarían en el marco de esas preguntas. Por ejemplo, dar más importancia a espacios que sean puente y de reconciliación en las fronteras. U ocupar posiciones que den lugar a experiencias de encuentro con las personas vulnerables y empobrecidas. Experiencias que sean significativas y transformadoras, como propiciar el trabajo en red con otros, aunque cedamos el protagonismo. Todas estas cuestiones, formuladas entre interrogantes, no han impedido que se hagan referencias a posiciones concretas en las que merece la pena seguir estando, o en las que deberíamos estar: presencia en barrios, plataformas educativas (colegios), parroquias, Proclades, comunidades claretianas, instituciones de acción social, movimientos ciudadanos, redes eclesiales y civiles o el mundo digital.

Por último, en relación a qué tipo de proyectos y estilos pueden priorizarse en la misión, se ha insistido en la llamada a promover espacios abiertos a lo intercultural e interreligioso, a comenzar a trabajar desde la cotidianidad y entre la vecindad, desde el reto de la convivencia. Al mismo tiempo, sin perder de vista la mirada global y causal en la intervención local.

En este último aspecto, se ha destacado la importancia de reforzar la idea de ciudadanía global a la que nos anima reiteradamente el Papa Francisco. Baste recordar la encíclica Laudato Si’, que conecta intrínsecamente el grito de la tierra con el grito de los pobres, levantando la mirada de las causas de las migraciones forzadas, del descarte y de la exclusión en todas sus concreciones. Tampoco se pasaron por alto invitaciones a ofrecer coherencia interna y externa entre lo que declaramos y lo que vivimos. También se recordó cómo acompañamos a los laicos que caminan junto a nosotros, involucrados en proyectos claretianos, y cómo podemos ofrecerles margen de autonomía. También se nos invitaba a cuidarnos y cuidar la formación y cualificación, dando continuidad a los proyectos sin que dependan de un empeño personal…

Otro dato. Se ha puesto de manifiesto la necesidad de mayor eficacia en la comunicación ad intra de lo que hacemos, a la vez que en un conocimiento más profundo del trabajo de las diferentes provincias en el ámbito de Justicia y Paz. No tanto para replicar proyectos en distintos lugares, como para situarnos cada cual en las diferentes perspectivas del ciclo de la misión; de forma que sean verdaderamente complementarias y que nos beneficiemos mutuamente de ello. Una atención especial ha merecido la necesidad de fortalecer las iniciativas de reflexión-investigación, y de incidencia política, que constatamos como muy ausentes de nuestra realidad actual, pero a la vez cada vez más necesarias, lo cual debe implicar un compromiso de formación y de trabajo con otros/as.

En definitiva, el deseo es que la misión siempre sitúe en el centro a las personas destinatarias y por ellas se ha de poner todo empeño deshacer resistencias y generar dinámicas que sean necesarias.

 

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