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16 de julio, gozosa fiesta claretiana

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Según la región del mundo en que vivamos, unas fechas pueden ser más o menos adecuadas que otras para celebrar acontecimientos importantes. Amplias regiones del mundo tienen sus temporadas regulares de lluvias, tizones o nevadas que aconsejan no fechar en determinados momentos del año celebraciones importantes. Y en otros lugares es el calor o el viento el que hace desistir o aplazar.

Los misioneros claretianos españoles han celebrado siempre con mucha intensidad y alegría la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, día en que san Antonio María Claret echó a andar la Congregación de misioneros junto a un pequeño grupo de compañeros. Pero su ubicación en pleno verano europeo hace que pocas comunidades se encuentren al completo un día como éste, y que los claretianos celebren el aniversario de la fundación de la Congregación en circunstancias muy diversas.

Con un recuerdo especial a los afectados por el COVID-19

Dos mil veinte está resultando un año especial. Por primera vez en varias décadas las habituales actividades de pastoral con niños, adolescentes y jóvenes que se celebran todos los veranos han tenido que ser suspendidas o modificadas. Durante años han sido muchos los misioneros que han celebrado el 16 de julio en lugares llenos de significado como Baltar, Benasque, Pineta, Valdepiélago o Piedralaves. El recuerdo en la oración, una llamada de teléfono o un mensaje servía para expresar la comunión de quien pasaba el día a cientos de kilómetros de sus hermanos.

Circunstancias muy semejantes afectaban a quienes pasaban unos días con sus familias (y muchas veces buscaban acercarse a la comunidad claretiana más cercana), a quienes (como este año, pero telemáticamente) pasaban estos días haciendo ejercicios espirituales o acompañando a voluntarios en otros países en experiencias misioneras de verano.

La celebración del 16 de julio de este año tiene su color especial. Es, además, la jornada elegida en España para recordar a las víctimas del COVID-19, entre las que han estado el P. Julio Vivas, misionero claretiano de esta provincia de Santiago, y familiares y amigos muy estrechos de otros misioneros, educadores de los colegios, catequistas, personas implicadas en la vida de las parroquias. Los Claretianos no dejan hoy de celebrar, pero lo hacen con un recuerdo muy afectuoso para quienes más han sufrido o siguen sufriendo.

Una fiesta que invita a la coherencia de vida

Es habitual que los superiores de la Congregación se dirijan a sus hermanos por estas fechas. El superior provincial, P. Pedro Belderrain, lo hizo a comienzos de semana. El superior general, P. Mathew Vattamattam, ha dirigido un nuevo mensaje lleno de profundidad y desafíos a sus hermanos, invitándoles a reflexionar este año, al siglo y medio de la muerte del P. Claret, en la responsabilidad que cada uno tiene en la vocación y misión de la Congregación.
 
Sin paños calientes el P. Mathew recuerda la valentía del P. Claret y su constante abandonar lo más seguro y cómodo para aceptar lo que Dios podía pedirle. Su mensaje, que invita a la celebración, a la gratitud y a la alegría, incluye una honda llamada a romper alianzas con la irresponsabilidad: hay comportamientos ligados con el trabajo en equipo, las relaciones mutuas, la transparencia económica y la vivencia de la autoridad y la obediencia que hacen mucho daño a uno mismo y a los demás. El P. Vattamattam invita a sus hermanos a la fidelidad: Claret supo vivir la cruz, la incomprensión, el ridículo y permanecer fiel incluso cuando era más fácil rendirse.

El listón está alto, pero la gracia a todo ayuda y todo lo puede. La familia claretiana, en su dispersión habitual de verano, vivirá el día con gran alegría, agradeciendo mucho la oración y el afecto de tantas personas. Para la Provincia Claretiana de Santiago la fecha viene también marcada por la gozosa celebración de la profesión perpetua del misionero Jorge Ruiz Aragoneses, que se celebrará en Madrid a media tarde.

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