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Juan Carlos Estévez: “En acción social, Proclade no quiere quedarse a mitad de camino”

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“Es duro mantener la mirada a aquellos que han tenido que huir de sus países. Ante estas realidades estamos acostumbrados a oír expresiones como ‘no me cuentes dramas’, o ‘cambia de canal’. No queremos saber, tenemos miedo a mirar lo que estamos viendo, y eso es lógico pues es nuestro mecanismo de defensa. Pero lo que se nos presenta es la vida”, reflexionó Juan Carlos Estévez, invitado en el último programa ‘Viaje en globo’, que tuvo lugar ayer, jueves 13 de enero. Estévez, experto en salud mental y duelo migratorio, proseguía compartiendo su experiencia este último tiempo, cuando decidió dar un paso adelante y participar como voluntario en el programa de Acción Social ‘Espacio de cuidados’ de Fundación Proclade. “No digo que tengan que haber biografías cargadas de mala suerte. Muchos problemas que los migrantes traen en sus mochilas serán injustos e inmerecidos, pero no se resuelven si los calificamos de infortunio. Se nos olvida que ellos no vienen de vacaciones ni de Erasmus, y torcemos la mirada porque profundamente lo sabemos, y nos duele esa verdad. Pero yo creo que tenemos que ir más allá, porque siempre podremos acoger, abrir las puertas. La posibilidad de decir, ‘ven, siéntate conmigo y háblame. Tú me importas’”, continuó diciendo.

 

El duelo migratorio es el proceso de reestructuración y adaptación mental que atraviesa una persona al dejar su país de origen y tener que lidiar con las pérdidas que supone esa separación temporal o permanente. Duelo y pérdida son, por tanto, dos palabras que se asocian en este caso a costumbres tan cotidianas como el contacto asiduo con la familia y los amigos, con la lengua, la cultura, y la tierra; pero también la pérdida del estatus, de la sensación de seguridad y de la tranquilidad que deja de tenerse cuando no se conoce bien el entorno. “Muchas de las personas que llaman a nuestra puerta a través del ‘Espacio de cuidado’ no se perciben a sí mismas como personas dolientes porque ni se lo pueden permitir”, apostilla Éstévez. “No se paran a pensar qué es lo que sienten ni el peso de la realidad que traían cargado en su espalda”. “Desde Proclade tratamos de analizar la realidad y entender los conflictos y los deseos que implica migrar. Queremos ayudarles a conectar con sus emociones”. Y es que el duelo migratorio es un problema discreto, silencioso, que no hace tanto ruido y que parece estar por detrás de otras pérdidas más dramáticas, pero lo cierto es que esconde tras de sí a mucha gente sufriendo. “Un ejemplo muy concreto lo verbalizó una mujer de nuestros grupos de duelo expresando ‘ya es tarde para que yo me cuide’”, rememora Estévez. “No contaba apenas cincuenta años y había interiorizado día tras día aquello de ‘yo no valgo’. ¿Qué contenido puede haber tras esas palabras?”, formula.

“En Fundación Proclade trabajamos poniendo a la persona en el centro. No queremos hacer de los espacios de cuidados, aulas donde uno dé lecciones y los demás tomen apuntes”, señala Estévez. “Es importante acompañar desde el encuentro. Y es importante hacerlo en simetría, es decir, sin encasillar al demandante como el pobrecito que acaba de llegar”. “La manera de acompañar será desde la consideración positiva. Contribuir a cuidar sin paternalismos, escuchando mucho, escuchando humildemente. Eso de ir de petulante, repartiendo recetas, no funciona nunca porque lo normal sería que la otra persona dijera, ‘no me juzgues como incapaz’”.

La recuperación emocional va íntimamente ligada a la inclusión social, laboral, familiar y de participación ciudadana, por ello es imprescindible que aquellos que padecen el duelo migratorio tengan previamente garantizada una acogida digna e integral. Explicado en palabras de Estévez, “no podemos despiezar a la persona”. “¿Cómo ayudar a superar un duelo migratorio si estás escuchando cómo suenan sus tripas por hambre? ¿Qué entenderíamos por acompañamiento si obráramos así? Siempre atención integral, Proclade no quiere quedarse a mitad de camino”, sentencia.

Estévez fue interpelado con una pregunta, “y tú, ¿qué te llevas de esto? “Siempre me viene a la cabeza aquello de ‘Descálzate, estás en tierra sagrada’”, respondió él. Se refiere así a el capítulo 3 del Éxodo, cuando Moisés descubre la zarza ardiendo que no se consume y empujado por su curiosidad decide acercarse; entonces el Señor le dice: “No te acerques; quítate las sandalias porque el lugar que pisas es sagrado”. Moisés se encuentra con Dios en la zarza y esta experiencia íntima marcará definitivamente la vida del profeta. Estévez continúa: “Mi labor en Proclade me humaniza, me dice que la vida no es todo ir corriendo con el reloj pegado. Hay que parar y escuchar. Las personas a las que atiendo no han dejado de confiar en la vida cuando otros por menos ya hace mucho que se hubieran corrompido”.

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