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Un tiempo ordinario nada vulgar

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Siempre cabe entenderlo mal, pero la catequesis y la formación van ayudando a que los cristianos comprendan cada vez mejor la honda riqueza del tiempo litúrgico llamado ordinario. No se trata, como alguien podrá pensar, de un tiempo sin sentido, de menor ‘categoría’ que otros momentos del año. Los discípulos de Cristo pasan gran parte del año (casi dos tercios de sus semanas) celebrando este tiempo ordinario que la Iglesia Católica estrenó en 2021 el día 10 de enero.

Como los demás discípulos, los claretianos procuran vivir este tiempo con profundidad. Como las constituciones de la Congregación invitan, misioneros y comunidades tratan de acompasar su oración al ritmo propuesto por la Iglesia. Así, celebrar el misterio de Cristo en el tiempo ordinario, en palabras del liturgista claretiano Matías Augé, “significa tomarse en serio el ser discípulos, escuchar y seguir al Maestro en la vida de cada día, para no poner entre paréntesis la vida ordinaria sino subrayarla como momento salvífico”.

Frente a lo que muchos puedan pensar -como señala el también claretiano Juan María Canals, vinculado durante décadas al equipo animador del Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid y toda una personalidad en el fomento de la formación litúrgica en castellano- “la Iglesia ora al compás de la vida: la vida se hace presente en la oración, la llena de sus vibraciones, y la oración se hace presente en la vida”. Se trata de vivir “una oración hecha vida y una vida hecha oración”.

Los claretianos, ayudados por sus tiempos de oración personal, su participación en la vida sacramental de la Iglesia, singularmente de la Eucaristía, y la celebración diaria de la Liturgia de las Horas, tratan de cuidar así su configuración con Cristo y su condición de misioneros.

La experiencia de 2021

Como en años anteriores, este 2021, inmersos en los duros momentos que la humanidad vive, los claretianos se unirán a la semana mundial de oración por la unidad de los cristianos que las Iglesias del hemisferio norte viven entre el 18 y el 25 de enero, celebrarán ese último día la fiesta de la conversión de san Pablo, y se encuentran preparando ya (en comunión con otras muchas comunidades) la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que la Iglesia hace coincidir con el día 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor.

Como novedades incorporadas estos últimos años, los claretianos se proponen celebrar con gozo e intensidad el Domingo de la Palabra de Dios coincidiendo el día 24 de enero con el III domingo del tiempo ordinario, acogiendo la invitación que el papa Francisco dirigió a los cristianos a finales de 2019. Servidores de la Palabra por carisma y gracia vocacional, la Palabra de Dios juega un papel insustituible en la tradición claretiana, alimentado por el ejemplo del mismo san Antonio María Claret. Sintiéndose comunidad convocada para el anuncio misionero de la Palabra, la Congregación intenta servirla por todos los medios posibles, consciente de que sólo quien abre su corazón a la palabra del Señor y deja que ésta se haga carne en su vida queda habilitado para anunciarla. El don vocacional recibido por los misioneros les permite acoger con una sensibilidad singular las propuestas formuladas por el papa Francisco al instituir la celebración de ese Domingo 

Por si fuera poco, también por tercera vez, los claretianos celebrarán el día 1 de febrero la memoria litúrgica de los Beatos Mártires de la Familia Claretiana, encabezados por el recuerdo del P. Felipe de Jesús Munárriz Azcona, superior de la comunidad claretiana de Barbastro. En esa celebración la congregación hace memoria de sus mártires ya beatificados. La ocasión pretende, como hace un año proponía a sus hermanos el P. Gonzalo Fernández, prefecto general de espiritualidad, agradecer el ejemplo de los 184 Misioneros y de la Beata Patrocinio Giner (misionera claretiana), avivar la propia fidelidad vocacional y orar por los cristianos que hoy siguen siendo perseguidos, tratando de crear instancias y dinámicas de diálogo que faciliten el encuentro de los distintos, la armonía y la convivencia.

Intentando vivir lo inseparable


Tiempo pues ordinario, pero bien denso. Tiempo, en el que como afirma el papa Francisco, uno de los grandes desafíos sigue siendo “escuchar la Palabra de Dios para practicar la misericordia”. Orando al compás de la vida, viviendo lo hecho oración, justicia, salvaguarda de la creación, militancia cristiana y compromiso siguen siendo prioridades para unos bautizados, misioneros claretianos, que se saben enviados a evangelizar y escuchar a los pobres, en camino con toda la Iglesia y quienes buscan transformar el mundo según el designio de Dios. La distancia entre solidaridad, justicia, derechos humanos, educación, desarrollo integral, eucaristía y oración es mínima. Dicho con palabras de Laudato Si’, “la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior son inseparables” (n. 10).


 

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