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Madrid: los universitarios escuchan en directo a las víctimas del terrorismo

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No se puede negar la belleza de Madrid. Una belleza que descubren año tras año los universitarios que llegan a la capital desde las demás regiones de España. El Madrid del zoo, de los museos, de facultades y escuelas, el Madrid del Wanda y del Bernabéu, el de los buenos conciertos, las terrazas, la casa de campo y los parques; el Madrid que tanto ayuda a hacer amigos.

De ese Madrid disfrutan los colegiales de los colegios mayores Jaime del Amo y Alcalá, instituciones universitarias que los Misioneros Claretianos ponen a disposición de más de trescientos estudiantes cada año.

Pero Madrid tiene también otras caras, la cara de la pobreza y la exclusión, la cara de los sin techo, la de quienes aumentan mes tras mes las colas de repartos de alimentos, la cara de la soledad.

En su empeño por ayudar a los jóvenes a crecer en el mundo real en el que viven, el Colegio Mayor Alcalá abrió sus puertas el pasado jueves día 4 de marzo a Dª Maite Araluce, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que pronunció una conferencia bajo el título ‘El terrorismo en España contado en primera persona’. Dª Maite estuvo acompañada en la presidencia por D. Gabriel Beltrán Sánchez, director del CM Alcalá, y D. Enrique Solera, colegial implicado en la comisión de actividades culturales del Mayor.

Porque Madrid se puede recorrer también recordando en muchas de sus esquinas, calles y avenidas a las más de ciento veinte personas asesinadas por ETA, a las víctimas de la dramática mañana del 11 de marzo de 2004 y de una tristemente larga lista de asesinatos reivindicados por diversas siglas de toda irracionalidad y color. Eso también es Madrid, cuya gloria sigue siendo su pasión por la vida, su acogida de lo diverso, su hospitalidad que hace a tantos, y tan distintos, sentirse en casa.

La expectación para escuchar a la hija del que fuera presidente de la Diputación de Guipúzcoa, acribillado a tiros por la banda terrorista ETA en octubre de 1976, fue máxima y de entre todos los colegiales que solicitaron presencia en la charla más de la mitad tuvieron que quedarse sin poder entrar pues el Alcalá, al igual que todas las instituciones claretianas, trata de respetar escrupulosamente las medidas para frenar la expansión del coronavirus. Pese a ello una sala bien nutrida escuchó atentísima el testimonio de Araluce, que esa misma mañana había asistido a un acto organizado por el gobierno de España para poder dirigirse a algunas autoridades políticas que hasta ahora no han encontrado tiempo para recibirle.

La historia de Maite Araluce no dejó indiferente a nadie. Ella vio y oyó el asesinato de su padre y de otras cuatro personas desde su propio domicilio. "Acabábamos de empezar a comer cuando oímos varios tiros; nos abalanzamos a la ventana y vimos en la acera, al borde del coche, el cuerpo ensangrentado de mi padre. Dos de mis hermanos bajaron inmediatamente a la calle, mientras los demás atendíamos a mi madre", rememoró. Uno de los hijos del presidente de la Diputación, al comprobar el estado de su padre y el de sus acompañantes, “y sin tener aún el carné de conducir” se puso al volante del propio coche oficial ametrallado y condujo a su padre y al chófer al centro sanitario. El dirigente vasco llegó con vida y fue llevado de inmediato en un quirófano para ser intervenido, pero falleció durante la operación. El conductor del vehículo, José María Elícegui, aguantaría a base de transfusiones unas horas más con vida, falleciendo por la noche. En el otro automóvil el policía Alfredo García González resultó muerto en el acto, mientras que el subinspector Antonio Palomo Pérez y el policía Luis Francisco Sanz Flores quedaron gravísimamente heridos, falleciendo poco después. El crimen dejó cinco víctimas mortales. Araluce tenía 59 años; los otros cuatro asesinados entre 24 y 29, una edad bien cercana a la de los jóvenes universitarios.

“No se puede pasar página”, afirmó Dª Maite Araluce. “Hay muchas voces de distintos ámbitos que nos lo piden, debéis de pasar página, nos dicen”. “Pero desde nuestra condición de víctimas hay aún situaciones que son hirientes. Por ejemplo, las secuelas físicas de aquellos contra los que atentaron, su pérdida de empleo o inestabilidad emocional; también aquellos homenajes a los terroristas que salen de prisión y son recibidos entre aplausos cuando retornan a sus casas”, argumentó. Araluce también quiso subrayar el papel de la AVT. “Quienes no hemos tenido derecho a la justicia, necesitamos tener derecho a la verdad”, dijo en referencia a los numerosos atentados que están aún sin aclarar y resolver.

Antes de finalizar, Dª Maite invitó a todos los presentes a participar de manera virtual en el acto que la AVT llevará a cabo el próximo 11 de marzo, día europeo por las víctimas del terrorismo, en el parque del Retiro de Madrid, y que podrá seguirse desde el canal de Youtube de la propia asociación.

No es la primera vez que los colegiales toman contacto con la experiencia de las víctimas del terrorismo. Hace un par de cursos académicos, el P. Pedro Belderrain, superior provincial, compartió con los colegiales del Jaime del Amo la experiencia de Dª María Teresa Castells, propietaria de la librería Lagun de San Sebastián, atacada durante décadas en nombre de la libertad y del progreso.

 

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