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Memoria de 50 años...más seís

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Me pongo a escribir cuanto esté más vivo en mi memoria de estos 50 años desde la Primera Profesión, más los 6 anteriores (Postulantado y Noviciado). Pienso que nos encontraremos en Segovia los días 8, 9 y 10 de agosto los "supervivientes" de la Foto de aquel día 15 de agosto de 1955 en Ciudad Real. Y lo hago ante la invitación de mi amigo y hermano P. Anastasio Canto. (Me escribió: "No estaría mal que traigas algo escrito 'a modo de testimonio de lo mayor' que te estás haciendo en la Congregación").

Los "supervivientes" somos: PP. Eloy González, Agustín González, Arturo González, Valentín Ramón, Luis Gonzalo Mateo, Luis Azofra, Benito Cayuela, Agustín de la Serna, y el H. Abilio García. (El P. José Mª Pérez profesó un mes después; también está en la foto, y estará invitado).

1. Memoria especial
No estarán con nosotros en Segovia, sí en nuestro corazón, dos compañeros difuntos, definitivamente supervivientes y no separados por la muerte del Amor al que se consagraron por vez primera como nosotros hace 50 años: P. Juan Antonio Díaz Bilbao (fallecido en Arequipa 16-11-1986) y P. José Andrés Rodríguez Arribas (+ en Madrid 19-10-1997).

Al primero siempre lo llamábamos con los dos apellidos; al dispersarnos en el verano del 58, nunca lo volví a ver. Al segundo casi siempre lo llamábamos Arribas, y coincidí con él en muchas ocasiones, sobre todo en la Parroquia de Ferraz. Mantuvimos muy buena amistad. Aún lo pude ver poco antes de su muerte pues estaba yo de vacaciones.

Memoria espiritual: El compañerismo, la amistad, la paz..., que estuvieron en la base de tantos años juntos en el Postulantado, Noviciado, Filosofado… Espero que el día 10, tú, P. Arribas, dirijas alguna "Rondalla" en nuestros corazones y en nuestra memoria… Y ¿no podrías cantarnos alguna "ranchera"?

2 Memoria del comienzo: buen lugar para recordar: Segovia, 1949-50

Llegué el 24 de Septiembre, de noche; me llevaron directamente al comedor. Era la hora de la cena; el comedor estaba lleno de muchachos, unos chiquitos como yo, otros más grandes; sin mover la cabeza miré a los lados y al frente: todos estaban ante su plato de lentejas, en silencio mientras uno leía en voz alta de un libro; algunos no comían; yo tampoco; al día siguiente, al desayuno, los que no comían, y yo también, nos encontramos en el patio con el mismo plato en la mano; supongo que nos perdonarían a la segunda cucharada, pues no pasó nada más; y ¡no cambiamos la vida por un plato de lentejas!

Todo había comenzado en mi pueblo, Ahigal de los Aceiteros (Salamanca), diócesis de Ciudad Rodrigo: el 20 de septiembre de 1949. La muchachada estábamos en alguna fiesta taurina, cuando oímos la bocina del coche del Sr. Ramón anunciando a la altura del "cañito" que se acercaba al pueblo. Cuando paró en el puente, no sé por qué me encontré transportando el maletín de un viajero. Me paré ante su casa no muy distante de allí. Aquel pasajero era el P. Pedro Hernández Pérez, claretiano, que llevaba un año de ordenado. Recuerdo que dentro de la casa me hizo preguntas sobre diversos conocimientos de escuela, y luego me preguntó: ¿Te gustaría venir conmigo a Segovia para ser misionero? Y añadió: En Segovia está el Acueducto romano y está "Paco", el del Sr. Elías". Yo contesté: "Sí", y me marché; volví a la "fiesta taurina" y se me olvidó.

Pero el caso es que el 24 de septiembre, con 11 años y un día, estaba en Segovia, junto a "Paco" y para "ser Misionero". Aquel "Paco" es hoy el P. Francisco García Aires (claretiano en Canadá). Por aquel entonces también del mismo pueblo eran Misioneros Claretianos, los PP. Pablo Luis Suárez y Pascual García Aires, ambos difuntos. El P. Pedro sigue en Honduras.

Memoria espiritual: 23-24 de septiembre de 1999. Cuando se cumplían 50 años de ese primer viaje, de ese COMIENZO, haciendo memoria escribí:
Hace 50 años, 23 de septiembre,
yo tenía 11 años.
Hace 50 años, 24 de septiembre,
yo tenía 11 años y 1 día.
Y no me puse a contemplar
desde lo alto del carrasco 'la zorra'
esta carretera que era entonces camino,
que sale del pueblo y sube
y tuerce a la derecha y se pierde…,
sino que aquel 24 de septiembre,
11 años y 1 día, 50 años atrás,
recorrí aquel camino, esta carretera,
bajo la lluvia,
llevado en un carro por mí padre
hasta la estación del tren de Lumbrales;
y no me paré a contemplar
desde lo alto del puente
las vías de hierro... la "estación",
sino que aquel 24 de septiembre,
11 años y 1 día, 50 años atrás,
recorrí aquel camino de hierro,
llevado por el tren
a una geografía sólo vista en la enciclopedia
que D. Manuel me enseñaba a estudiar...
¡Qué breve fue el comienzo
de mí echar a andar sin saber a dónde iba!
Sólo una voz me dijo: ¿Quieres?
Dije que "Sí" una sola vez
y cuatro días después, 11 años y 1 día,
eché a andar por el camino de la tierra,
eché a andar por el camino de hierro
y se me hizo el mundo caminos,
y se me hizo la vida caminos:
Segovia… Aranda… Sigüenza… Segovia…
Salamanca…Madrid…Segovia…Castro Urdiales…
Madrid… La Habana… Puerto Plata…
A 50 años de aquel 11 años y 1 día,
tengo 60 años y 1 año,
tengo un pie roto, viva la esperanza,
peregrino el corazón y un sueño: ¡vivir!
¡Y no puedo dejarlo!
A 50 años de 11 años y 1 día,
volví a lo alto del puente
para ver la estación de Lumbrales
y sus vías ... ahora sin trenes, sin reloj…
sin idas y venidas de Salamanca a Portugal,
por las Arribes de Fregeneda,
por el puente sobre el Águeda,
cuando llega a hacerse río Duero
y se hacen los dos casi mar,
ancho camino de agua hacia Oporto,
hasta la Mar Océana.
¡Y no puedo dejarlo!
Que dejaron morirse el tren
y anda la estación con sus vías
llenándose de zarzas y silencio,
como un desierto en una escena de muerte
en una película del Oeste Charro...
A 50 años de 11 años y 1 día,
vuelvo a dejar mi pueblo,
también bajo la lluvia, para seguir andando…
hasta que la misma voz me diga:
¿Quieres llegar ya?
Y volveré a decir que "Sí",
si es por seguir viviendo.

3. Memoria del Postulantado y Noviciado
Comencé el Postulantado en Segovia; estaba la Congregación celebrando su Primer Centenario; y pocos meses después, seguía vestida de fiesta por la Canonización de su Fundador. En Segovia cursé Primero; y recuerdo aquel patio interior con columnas de hierro y en el centro un busto de Claret, que he visto después a un costado de la hermosa Iglesia actual; recuerdo los primeros latines, los paseos con merienda con un poco pan y con menos poco chocolate al río Eresma; los paseos a jugar al balón a "Baterías"; la celebración del mes de mayo; los primeros aprendizajes por el "Espejo del Postulante"; llamarnos de 'usted' y vivir casi todos los momentos juntos: dormitorio, sala de estudio, clase, capilla, patio ...y un paraíso cercano: la huerta y su alberca.
Después, verano del 50, la vida de Postulante fue un viaje de traslados: 2º y 3º en Aranda, 4º en Sigüenza, 5º en Aranda. Algunas imágenes de Aranda reviven en mí: la huerta, la alberca, los ríos Arandilla y Duero; el campo de fútbol en "Cantaburros", los paseos hasta la Virgen de las Viñas. También que teníamos más pan, y un pasillo largo, largo, largo... que se convertía en penitencia cuando nos mandaban limpiarlo, acción a la que llamábamos "ir a galeras"; aquella sala de estudio que me parecía demasiado grande; y detrás de ella la Capilla; al otro lado del pasillo, las clases (en los cristales de la puerta de una de ellas, corriendo tras una pelota, me corté la muñeca izquierda dejándome cicatriz hasta el día de hoy). .
Del año de 4º en Sigüenza no recuerdo nada.

Fotos para la memoria: -Curso 1º, en Segovia, 35 junto al P. Eulogio Sánchez (Prefecto) y al P. Alberto Barrios (Auxiliar). -Curso 3º (51-52), en Aranda, 105 de 5 cursos con los PP. Venancio Sanabria (Prefecto), Julián Canto (Auxiliar) y Benigno Arroyo (Superior). -Curso 5º, en Aranda, 135 de 5 cursos con los PP. Severiano Rodríguez (Prefecto), Eustaquio Martín y Daniel Garrido (Auxiliares) y Matías Luengos (Superior).
Del Noviciado en Ciudad Real, calle de "Conde de la Cañada", recuerdo muy poco: al P. Mariano Usero como Maestro el primer mes, sustituido por el P. Venancio Sanabria; paseos a los alrededores (algunos con sabor a Don Quijote), la Parroquia de San Pedro, el calor, la capilla chiquita, unos Ejercicios Espirituales con el P. José Mª Gorricho, y que el año se pasó rápidamente en paz. La Primera Profesión fue el 15 de agosto de 1955: 22 Estudiantes y siete Hermanos. En la foto, con los PP. Venancio Sanabria (Maestro de Novicios), Francisco Martínez Larrieta (Coadjutor) y Paulino Bueno (Superior); más el P. Manuel Mayo y los HH. Manuel Rivas, Carlos García, Benito Alonso y Santos Díaz.
Memoria espiritual: ...esfuerzo, disciplina, superación, continuar... había que dar respuesta positiva año tras año en los estudios, en la convivencia, en los actos de piedad; todo me ayudó no sólo a sobrevivir sino a ir madurando. Y en todos estos años fue apareciendo cada vez más clara, luminosa y maternal la Virgen María, sobre todo su Corazón (recuerdo imágenes del Corazón de Maria en Aranda: Iglesia y museo).

4. Memoria de ”la edad de oro”. Sigüenza
Después de profesar, a Sigüenza. La primera vez, cuando fuimos a cursar 4º de Postulantado, íbamos con miedo; ahora no. Sigüenza fue, y así quedó en mi memoria, la "Edad de oro" de la carrera sacerdotal. Tres cursos, dos veranos.
Allí, gracias a formadores y profesores, nos incorporamos al afán de estudiar, a la Cultura: poesía (teníamos nuestra propia revista poética); música clásica los jueves; teatro (casi agotamos el repertorio de "Galería salesiana", y nos atrevimos con Tagore, con Sastre...); pintura; lectura de la lite-ratura universal…
Y aquellas caminatas increíbles que nuestros años mozos arriesgaban, soportaban, disfrutaban... buscando "restos prehistóricos": puntas de flecha, raspadores, hachas...; aquellos paseos al pinar, a la Virgen de Barbatona, al campo de fútbol, o un poco más a la ermita de Santa Librada, o más abajo aún, al segundo puente sobre el río Henares siguiendo la vía del tren.
Cantábamos "Misas a tres voces", dirigidos por el P. Prefecto, Severiano Rodríguez, y cantábamos "Canciones Populares" europeas y españolas guiados por Luis Gonzalo Mateo; teníamos una Rondalla bajo la batuta y la voz de Arribas; hacíamos deporte, y nos quitábamos el frío (y bien frío) con peleas de nieve antes del desayuno; y después de mirar la espalda terrible de la Catedral que nos vigilaba el patio de recreo, incluido el "hipódromo", podíamos entrar en ella por la puerta principal buscando el asombro de contemplar la estatua yacente: "El Doncel". Se me quedó grabada la primera "Paraliturgia" o Celebración de la Palabra, realizada en la catedral con motivo de la visita de una reliquia insigne de San Ignacio de Loyola.

Memoria espiritual: A la presencia del Corazón de María, se unieron dos más: las Misiones (oíamos hablar de Guinea, del Chocó…); y los Misioneros Mártires claretianos: rezábamos y celebrábamos la Eucaristía en la misma capilla en la que el Siervo de Dios P. José María Ruiz Cano ofreció su vida para que se salvaran sus Postulantes; visitábamos la Cruz que señala el lugar donde fue sacrificado, justo ante el Otero, esa loma grande y pelada, despojada y triste, que preside y encoge el silencio del paisaje.

En Sigüenza comencé a memorizar de San Juan de la Cruz aquello de: "Pastores, los que fuerdes / allá por las majadas al otero..." y “Oh cristalina fuente; si en esos tus semblantes plateados / formases de repente los ojos deseados / que llevo en mis entrañas dibujados…".

5. Memoria de la “dispersión” y de la llegada del 25 de julio 1964
De Sigüenza, a Segovia. Había terminado 3º de Filosofía e iba destinado a Segovia, junto con Valentín Ramón para dos años de "maestrillo". No pude emitir mi Profesión Perpetua por no tener edad. Lo haría el 24 de octubre del 59 en manos de Mons. Daniel Llorente, Obispo de Segovia. Luego me he preguntado: ¿qué tanto influyó la figura, la voz de Mons. Llorente, el Obispo Catequeta en mi presente de entonces y en mi futuro de Catequista Perpetuo?

Por casualidad, apareció en un álbum viejo una foto en la que estoy con aquellos alumnos de Preescolar y Primero, gracias a los cuales mi vida, mi forma de ser sacerdote Misionero, comenzó a quedar orientada a la Catequesis, a los niños...

La llegada a Segovia aquel verano del 58 fue la dispersión de mi curso: Valentín Ramón y yo seguimos juntos hasta la Ordenación Sacerdotal; los demás, unos de maestrillos, otros a Santo Domingo de la Calzada, otros destinados a otros Organismos de la Congregación. De aquel grupo sólo llegamos juntos a la Ordenación tres: Agustín de la Serna; Valentín Ramón y yo. Y hemos llegado a la celebración jubilar los que he mencionado al comienzo: 8 sacerdotes más el H. Abilio.

Los 4 años de Teología en Salamanca (1960-64) fueron para mí casi otra Edad de Oro. El estudio se hizo más fuerte (la sombra del profesorado claretiano era una fuerza nueva, poderosa, joven...); pertenecíamos a la generación joven de la "Década prodigiosa".
En el año 2001, escribí en el "día del Padre" a Dios Padre:
¿Recuerdas, PADRE DIOS,
cómo te cantábamos por los años 60:
"OH MI DULCE SEÑOR,
PADRE DE LOS BRAZOS
ETERNAMENTE LARGOS Y ABIERTOS"?
¿Te acuerdas, PADRE DIOS,
de cuando TÚ y nosotros todos
éramos tremendamente jóvenes
en la Década prodigiosa,
cuando en los años 60
éramos CANCIÓN...AMOR... PROTESTA... VIDA?
¿Te acuerdas, PADRE DIOS, que por entonces
comenzamos a llamarte de TÚ,
a no tenerte miedo y a cantarte en español?
Éramos los jóvenes 60:
los del Santo Concilio y ‘San’ Juan XXIII,
los de 'San' Papa Montini y la Santa Iglesia,
los de la Santa ESPERANZA? ¿Te acuerdas?
Todos fuimos un poco cantautores y rebeldes
con Elvis, Bob Dilan y Joan Baez,
con los Vétales, la Massiel y Albano,
con Paul Anka, Mireille Matheu y la Cinquetti;
cantábamos cada quien en su lengua materna
los 'SPIRITUALS NEGRO' y GOSPELL.
Protestamos de Vietnam, de Irlanda,
de Chile, Sudáfrica y China.
Morimos con Kennedy y con Martin Luther King.
Fuimos MAYO en París y en Praga PRIMAVERA;
en los años 60 todos fuimos HIPPIES...

Y estábamos en pleno Concilio. Esto fue definitivo, como la muerte de Juan XXIII, y como el pontificado de Pablo VI, al menos para mí. Y, también para mí, que estaba en Salamanca, mi tierra, mi espíritu se sosegaba y a la vez se iluminaba con ver el Tormes, o con una vuelta por la Plaza Mayor, la Catedral, o la fachada de la Universidad; o con sólo ver ponerse el sol, "el Padre Sol de Castilla", pues en esa dirección de occidente estaba mi pueblo.

Memoria espiritual: Surgió en mí el elemento esencial que asumió todos los anteriores, que los mantuvo vivos pero esclarecidos y acuciantes, Jesucristo: el Jesucristo de San Pablo, el Jesucristo del Vaticano II, y el Jesucristo de los himnos de Pablo VI, que murió de amor al 'progreso de los pueblos y de la Iglesia'...

6. Memoria de los caminos de la Misión
Mi Ordenación Sacerdotal, el 25 de julio del 64, fiesta del Apóstol Santiago, se convirtió en SÍMBOLO: mi vida, a partir de esa fecha, estará marcada por el "CAMINO", y no sólo por las veces que 'peregriné por el Camino de Santiago’: tantas veces a pie (y en estos últimos años en coche por eso de pertenecer al Club de los cojos desde aquel 7 de diciembre de 1986 en que me rompí un pie en La Habana).

Los Caminos de la misión hasta 1986 estuvieron centrados en Madrid, (salvo un año en Segovia y dos en Castro Urdiales). Tres años en Ferraz como estudiante en el León XIII; diez años en el Colegio CLARET con los niños y con los Scouts y otros seis más en Ferraz como Párroco. Junto a niños del Claret y niñas del Mater, María Virgen, Corazón Inmaculado… recorrí una de las etapas más maravillosas del Camino; contribuyó a ello el estar dedicado a la vez a la formación de Profesores de Religión y de Catequistas a través del Secretariado Nacional de Catequesis, de la Vicaría VIII, y de nuestra Escuela "Regina Apostolorum".

El Camino fue luego sobre el mar hasta La Habana (después de un breve y extraño mes como Superior en Segovia). El Camino de la misión duró en Cuba 18 años… Y, hace un año, la voz me invitó a continuar en el Caribe, pero en República Dominicana, aquí en Puerto Plata, desde donde salgo para encontrarme en Agosto con mi madre de 89 años y con mis compañeros de Primera Profesión "supervivientes" para estas Bodas de Oro.

Memoria espiritual: En estos 41 años de sacerdocio he sido marcado por la letra "C":
- la "C" de Corazón de María, que, como digo ahora en esta mi parroquia puertoplateña, tan perpetuamente me ha socorrido, tan perseverantemente me ha amado,
- la "C" de Catequesis de niños y de Catequistas,
- la "C" de Claret, que me ha ayudado a estar en la "C" de Comunidad y en la "C" de Cristo.
La voz, dentro, me dice: ¿no se te olvida otra "C", la "C" de Cuba? No, no se me olvida, como tampoco la "C" de Corazón y de Camino.

7. Pequeña historia para terminar
Al recordar la invitación a escribir "cómo me he ido haciendo mayor en la Congregación", me viene a la memoria una pregunta y mi respuesta de una entrevista de hace unos días para un trabajo de clase:

- Alumnos: ¿Qué es lo que recuerda con mayor alegría de su Vocación?
- Respuesta: ¡Que, gracias a Dios, he durado hasta ahora!
Y lo de 'hacerse mayor' me recuerda dos consejos:
- el del Sr. Jorge (73 años) en la Habana: "No se apunte a ser viejo";
- el de un libro sobre la Tercera Edad: "No es viejo el que ha cumplido 80 años, sino el que ha vivido 80 veces el mismo año".

Es lo que yo digo: “¡Los jóvenes siempre estamos bien!"

Pequeña Memoria espiritual: Mis oraciones de entonces y de ahora: "Gracias os doy, oh Madre, por la vocación recibida; dadme la gracia de ser a ella fiel toda mi vida". "Hijo soy y he de ser siempre del Corazón de María. No permitáis que os deje, no me dejéis, Madre mía".

Arturo González, cmf.
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