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Los Misioneros Claretianos de América claman por la solidaridad de los migrantes

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Una grave crisis humanitaria está asolando varios países centroamericanos y ha llegado a alcanzar el máximo punto de expresión con el dramático éxodo que sin certeza alguna recorren miles de ciudadanos latinoamericanos poniendo rumbo a México o a Estados Unidos. La caravana de los migrantes, como ha sido bautizada por los medios de comunicación, comenzó a mediados del pasado mes de octubre, cuando aproximadamente unas 150 personas tomaron la iniciativa de viajar en grupo, pensando que de esta forma podrían sentirse más seguros. La situación saltó a los titulares de prensa cuando los protagonistas del viaje comenzaron a publicar a través de las redes sociales los detalles de la hora y lugar a la que saldrían; y así, de esta manera, empezaron a sumárseles cientos de vecinos en situación de vulnerabilidad que ya desde hace años venían sufriendo un menoscabo de sus más elementales derechos humanos.

Los desplazados son conscientes de que Donald Trump, presidente de Estados Unidos que, además, esta semana se está jugando en elecciones legislativas el control del Congreso, ha anunciado el despliegue de más de cinco mil soldados armados en las fronteras ante el avance del grupo de unos siete mil afectados que viene desde Centroamérica. El republicano, desde el inicio de estos acontecimientos, ha aprovechado para atizar la retórica condenatoria, señalando a los migrantes como “horda invasora” y “lacra social”, tal como hizo en las presidenciales del 2016, cuando resultó elegido y prometió levantar un muro con México para impedir la llegada de “violadores y criminales”.

A día de hoy, los integrantes de la llamada ‘primera caravana’, avanzadilla de unos cuatro mil procedentes en su mayoría de Honduras, se encuentran a unos pocos días de Tijuana (México), parada crucial para reponer fuerzas antes de continuar su marcha.

“No es casualidad este éxodo hondureño”, afirman los claretianos de Centroamérica en el comunicado que hicieron público hace pocos días, “sino el resultado de una propuesta de nación que ha fallado y un Estado que siguió las propuestas del capital”, continúan denunciando los misioneros. Por su parte, la Conferencia Episcopal de Honduras hace saber que “esta crisis humanitaria no es nueva. ¡Cuántos cientos de hondureños han partido a Estados Unidos y a cuántos los habrán regresado!”. Del mismo modo, la jerarquía de la Iglesia en Honduras, señala que “nuestros gobernantes deben aceptar que no han hecho bien las cosas en estos últimos periodos legislativos […] ¡Ya no valen más remiendos en esta sociedad hondureña! Pero hoy es también la oportunidad para que nuestras autoridades civiles reorienten sus políticas.”

Además, el Equipo de Solidaridad y Misión de MICLA (Misioneros Claretianos de América) recuerdan que “migrar no es un delito. Es un derecho. […] Y solicitamos a los gobiernos de Guatemala, México y Estados Unidos a no criminalizar,”, más bien “instamos a que se garantice el principio de ‘no-devolución’”. Del mismo modo, invitan a “todos los cristianos y cristianas que tienen a Dios por Padre, a que no le cierren su corazón a los hermanos migrantes”

 

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